Los Cinco Soles o Razas

“Alrededor de la figura del Verbo mexicano se puede ver cincelada en grandes dimensiones a la fecha "4 temblor", día en el que ha de concluir nuestro actual quinto sol por el fuego y los terremotos. En los rectángulos maravillosos del signo "temblor" están esculpidas las fechas en las que perecieron los soles anteriores. Los "hijos del primer sol" (los andróginos divinos de la primera raza), que otrora vivieran felices en la Isla de Cristal, perecieron devorados por los tigres. (Recuérdese lo que sobre el citado felino hemos dicho en este Tratado). Los "hijos del segundo sol" (la segunda raza de la tierra de Apolo), los hiperbóreos, fueron arrasados por fuertes huracanes. Los "hijos del tercer sol" (los hermafroditas lemures), las multitudes de la raza tercera que antes vivieran en el continente lemúrico situado en el océano Pacífico, perecieron por sol de lluvia de fuego y grandes terremotos. Los "hijos del cuarto sol", la cuarta raza, (los atlantes), cuya tierra estaba situada en el océano Atlántico, fueron tragados por las aguas”. (Samael Aun Weor Doctrina Secreta de Anáhuac)

Asombroso es el darse cuenta que en la Piedra del Sol se encuentra escrita la historia misma de la humanidad, de acuerdo a tradiciones antiguas a nuestro sol actual le fueron precedidos cuatro soles o edades cosmogónicas, denominadas Razas por el gnosticismo universal, que en los Anales de Cuauhtitlán, se mencionan en el siguiente orden:

Atonatiuh

Atonatiuh (Sol de Agua): Su signo es Nahui Atl (4 Agua); le puso fin a un gran diluvio en que los hombres fueron metamorfoseados en peces.

Ocelotonatiuh

Ocelotonatiuh, (Sol de Jaguar), es decir Sol de Tierra: Su signo es Nahui Ocelotl (4 Jaguar). Durante este período, el cielo se desplomó, el sol no siguió caminando, se hizo de noche en pleno día y los jaguares vinieron a devorar a los hombres.

Quiauhtonatiuh

Quiauhtonatiuh (Sol de Lluvia de Fuego): Su signo es Nahui Quiahuitl (4 Lluvia). En este período llovió fuego del cielo, de modo que se quemaron los hombres y surgieron las piedras volcánicas, la lava vesiculosa, tezontli, los grandes trozos y pequeños pedacitos de lava, tecihuitl, y las cenizas volcánicas, xaltec.

Ehecatonatiuh

Ehecatonatiuh (Sol de Viento): Su signo es Nahui Echecatl (4 Viento). Fueron destruidos por huracanes y los hombres se volvieron monos.

Tras de concluidos los cuatro soles, períodos o razas, comenzó la presente raza en un año Cetochtli (1 Conejo) y veinticinco años más tarde, en el año Malactli Omei Acatl (13 Caña), nació el sol actual, representado en la Piedra Solar en forma de fecha de nacimiento: Matraltli Omei Acatl. Es el quinto sol que, según los anales de Cuautitlan, lleva el nombre de Olintonatiu, (Sol de Terremoto), su signo es el día Nahui Ollin, (4 Movimiento) indicado, por lo tanto, en el calendario azteca y en otras partes, en el centro de la imagen del Sol.

Es de advertirse que las primeras 4 razas o edades cosmogónicas nos enseñan también el trabajo con los 4 elementos de la naturaleza: Fuego, Agua, Aire y Tierra. La transmutación alquimista.

“Hemos hablado mucho de soles y de catástrofes, y de todas sus consecuencias. Los Soles de Anáhuac nos invitan a la reflexión, puesto que son interesantísimos. Son del fuego, del aire, del agua y de la tierra. Ellos marcan terribles catástrofes cósmicas. Se dice que los hijos del Primer Sol, los protoplasmáticos, perecieron devorados por los tigres. ¡Claro está, los Tigres de la Sabiduría! Se dice que los hijos del Segundo Sol, los hiperbóreos, perecieron arrasados por fuertes huracanes. Se refiere a la humanidad que vivió en la herradura que está alrededor del Polo Norte. Se afirma que los hijos del Tercer Sol, los lemures, perecieron por sol de lluvia de fuego y grandes terremotos. Los hijos del Cuarto Sol, los atlantes, perecieron por las aguas. Los hijos del Quinto Sol, los arios, las gentes de esta época, pereceremos por el fuego y los terremotos. Así será y se cumplirá dentro de poco tiempo. Los hijos del Sexto Sol, los Koradhi, en la futura Tierra del mañana, también morirán”. (Samael Aun Weor. Antropología Gnóstica)