CAPITULO DOCEAVO

ASUNTOS DE AMORES

1.- Quiero pedirle a usted un favor, señor; sucede que mi marido ha sido apartado por otra mujer, sufro lo indecible, y no sé que hacer. Como quiera que usted conoce las ciencias ocultas, me parece que podría arreglar mi problema. Sé que usted dispone de una fuerza mental maravillosa y que, por lo tanto, puede dominar la mente ajena, sugestionar al ser amado, ponerlo a mis pies por medio de la magia. ¿Qué precio pondría usted a su trabajo? Yo puedo pagarle lo que sea.

R.- Creo que usted se ha equivocado, señora; yo no soy mago negro; utilizar las fuerzas de la mente para subyugar a otros, para esclavizarlos, para obligarlos, es violencia y todo acto violento es magia negra. Cada cual es cada cual y nadie tiene derecho a intervenir en los asuntos ajenos; es absurdo querer dominar a otros.

¿Cuándo será que las gentes aprendan a respetar el libre albedrío de los demás? ¿Cree usted acaso que se puede obligar impunemente a alguien a amar a los demás a la fuerza, así porque sí? Es necesario que sepa que esa clase de acciones de magia negra se paga con muy fuertes castigos; los Ángeles del destino no están dispuestos a perdonar esta clase de delitos; si usted continúa por ese camino recibirá su castigo. En el mundo existen muchas gentes dedicadas a la hechicería, a la brujería, a la magia negra. Millares de hechiceros viven de ese sucio negocio y es claro que tales gentes no progresan porque la magia negra trae miseria, hambre, desnudez, supremo dolor.

2.- ¿En las personas que se dedican a la hechicería también alcanza el castigo a sus hijos?

R.- Es claro que el ambiente de los magos negros suele ser desastroso; los hijos de estos tenebrosos también son tenebrosos. Es evidente que las almas perdidas busquen a los magos negros como progenitores o padres terrenales; no es pues de extrañarse el que los hijos de los perversas sean también perversos y caigan en la desgracia.

Es lamentable que las gentes no entiendan la necesidad de respetar el libre albedrío de los demás; existe siempre la tendencia nefasta de dominar a otros a la fuerza, de querer imponer nuestras ideas al prójimo, de intentar obligar a que los demás hagan lo que nos viene en gana; todo eso se paga carísimo con lágrimas, miseria y supremo dolor.

3.- ¿Porqué estos magos negros consideran que están haciendo un bien a la humanidad puesto que aunque cobran, los están ayudando a resolver sus problemas?

R.- Quiero decirle a usted que existe la lógica del absurdo. Para los tenebrosos lo blanco es negro y viceversa; recuerde que el camino que conduce al abismo está empedrado de buenas intenciones.

Constantemente me llueven cartas de todas partes solicitándome esa clase de servicios; realmente causa dolor la humanidad; si uno está entregando un mensaje divino a las gentes, en vez de preocuparles el estudio de tal mensaje, lo único que se les ocurre es escribirme dizque para que les arregle los maridos, o también para que les domine la mente de la mujer deseada, o bien que me meta en el pensamiento ajeno con el propósito de que fulano le pague tanto a zutano, etc., etc., verdaderamente todo esto me causa profundo dolor; no me escriben para pedirme orientación esotérica, para aclarar enseñanzas, sino para que les domine a los demás; así es el estado en que se encuentra la humanidad; en esas condiciones prefiero que no me escriban porque sólo me preocupo por dar la enseñanza, por mostrar el camino de la liberación, por indicar la meta que conduce a la verdadera felicidad del espíritu; desgraciadamente esto no quieren entenderlo las multitudes. Existen personas que tienen altamente cotizado el poder de la sugestión mental; cobran tantos pesos o tantos dólares por cada sugestión; tantos otros por ponerle un espíritu (como dicen los espiritualistas) al ser adorado o amado para que los quiera, para que deje a la otra persona entre cuyos brazos duerme, para que venga llorando a la casa y etc., etc., etc. Es claro que todos esos sucios negocios son abismales, tenebrosos y aquellos que los ejercen de buena o mala fe, entrarán inevitablemente al abismo donde sólo se oye el llanto y el crujir de dientes.

4.- Yo echo las cartas y puedo jurar que a la gente le digo la verdad, le ayudo en sus problemas, aunque les cobro porque esa es mi manera de vivir. ¿Cree usted que estoy haciendo bien?

R.- Horrible manera de vivir tiene usted; de hecho es una pitonisa, una hechicera. ¿Cree usted acaso que con el diablo metido adentro, en el reino mismo del corazón, se puede decir la verdad: bien sabe y de una vez conviene que no lo ignore que usted lleva en el fondo de su propio corazón al yo pecador de los mortales, a Satán mismo. Puede acaso estar iluminada una persona que no ha legado a la santidad? El hecho mismo de cobrar por predicar o adivinar, ya es un delito. Piensa usted que es bueno, pero no se extrañe; en el abismo viven muchos anacoretas, penitentes, brujos, hechiceros, adivinos que se sienten mártires y que también creen que van muy bien.

5.- ¿Entonces puede usted decirme, si mis hijos, a los que he enseñado mis creencias, van mal?

R.- Ya que se trata de creencias sobre adivinar hechos, suertes, etc., tengo que decirle que van mal; repito, no es posible conocer el destino de los demás si no conocemos nuestro propio destino y no es posible conocer nuestro propio destino si no hemos llegado al despertar de la conciencia; tal despertar resulta imposible si antes no muere el Yo pecador.

6.- ¿Aun a pesar de que he estudiado en escuelas esotéricas muchos años y de que me he abstenido en el sexo siendo casada, cree usted que no hay salvación para mí?

R.- Lo que creo es que usted va muy mal; es casada y ha rechazado al consolador del cual nos hablara Jesús el Cristo; me refiero al Espíritu Santo; es claro que el Espíritu Santo está en el sexo; sabiéndolo manejar se llega a la iluminación, pero usted lo odia y ni siquiera cumple con sus deberes sexuales con el marido. ¿Todavía cree usted que va bien? Habrá recibido información de tipo oculista o seudo-ocultista, mas nada ha realizado; el Yo pecador está muy vivo en usted, reconózcalo; arrepiéntase, estudie nuestros libros.

7.- Señor, yo hago trabajos de toda clase; arreglo maridos ajenos; hago venir a la gente a la fuerza, etc., etc., etc., y estoy muy bien económicamente ya que gano mucho dinero. ¿Qué podría usted decirme sobre esto?

R.- La miseria en este caso le vendrá un poquito más tarde; mientras tanto conténtese con los sufrimientos morales que tiene que no son por cierto muy agradables; recuerde que tiene un hijo enfermo de epilepsia; esta clase de enfermos son realmente posesos del demonio. ¿No lo entiende? ¿No quiere entenderlo? la suerte que le aguarda será el abismo y la muerte segunda.

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