La Acrópolis

La Acrópolis

La Acrópolis en Xochicalco (xóchitl, flor; calli, casa) o lugar del reflorecimiento representa, como en las grandes zonas arqueológicas, el lugar tan importante donde los sacerdotes compartían los diversos procesos del desarrollo interno o espiritual de las personas que visitaban estos lugares por sus méritos; sus estructuras, a manera de cámaras secretas, conforman la parte más alta de la zona.

Obviamente en esas cámaras secretas se entregaban los procesos para orientar y realizar los ejercicios que se requerían para el despertar de la conciencia. Algunas pequeñas cámaras, en su entrada, exhiben indicios de columnas cuadradas que representan tanto al hombre como a la mujer en armonía con los cuatro elementos: tierra, aire, agua y fuego. Pues es sabido, que estos sacerdotes tenían dominio de los elementos de la naturaleza. Estas dos columnas representan la dualidad que en las escuelas iniciáticas aluden a los principios masculino y femenino y las prácticas para su equilibrio. Las fuerzas masculinas y femeninas están dentro del ser humano y activando o desarrollando sus centros energéticos y otorgando salud a través de sus glándulas endocrinas, conocidas en su parte esotérica como chacras.

En otras cámaras, se pueden apreciar columnas redondas, las cuales representan el conocimiento de la región llamada Absoluto y cómo sus fuerzas o energías se manifiestan en los diversos universos paralelos, cómo actúan y se desenvuelven en éstos hasta descender a este mundo físico, es decir, la energía de Dios que viaja por todas las dimensiones hasta el mundo físico o terrenal, con la cual podemos lograr una introspección a través de la oración. Por otra parte, aquellos sacerdotes lo lograban con las danzas, la música, diversos rituales y prácticas en las que se auxiliaban con los elementales del lugar, como por ejemplo el elemental del calabazo o calabaza, del naranjo y de las flores; estas plantas son las que se daban en esa región, de las cuales se encuentran esculturas con las formas de estos vegetales e incluso de algunos animales.

Práctica en la Acrópolis

La Acrópolis

RUNA HAGAL

Y a vosotros, los aprendices, os aconsejo rendir culto a los dioses santos, trabajar con las criaturas del fuego, el aire, el agua y la tierra.

No olvidéis a vuestra Divina Madre Kundalini, sin ella ningún progreso podríais realizar en esta sagrada ciencia.

Recordad que Dios no tiene nombre y que es tan sólo una aspiración, un suspiro, el incesante hálito eterno para sí mismo profundamente ignoto, H; es pues a todas luces el principio del Logos de todas las runas y de todas las palabras.

Práctica

Amados discípulos: Meditad profundamente en la unidad de vida, en el gran Alaya del universo, en el mundo invisible, en los universos paralelos de las dimensiones Superiores del espacio.

Concentrad Vuestro pensamiento en las Walkirias, dioses del fuego, del aire, las aguas y la tierra.

Agni es el dios del fuego, Paralda es el dios del aire. Varuna, es el dios del agua, Gob es el dios del elemento tierra.

A través de la meditación podéis entrar en contacto con los dioses de los elementos.

Trazad la runa Hagal sobre un papel en blanco y concentrad luego la mente en cualquier a de los cuatro dioses principales de los elementos. Llamadlos en vuestro socorro cuando sea necesario.

Comentario final.

¿Cómo poder olvidar a Xochipilli el dios de la alegría, la música, la danza y las flores, entre los aztecas?

Glorioso resplandece todavía entre los nahuas, Tláloc el dios de la lluvia. Este dios elemental vive en el universo paralelo de la voluntad consciente.

"Yo no tuve la culpa de los sacrificios humanos”, nos respondió cuando le recriminábamos por ello, y luego añadió, “volveré en la edad de acuario”.

¿Y qué diremos de Ehecatl el dios del viento? Fue precisamente este Deva elemental de los aztecas, aquel que cooperó en la resurrección de Jesús induciendo en el cuerpo del maestro actividad y movimiento.

Nosotros los gnósticos todavía rendimos culto a los dioses del maíz tiernito y del maíz maduro.

Conocemos muy bien al dios murciélago azteca, aquel ángel que vive en el universo paralelo de la voluntad cósmica y que trabaja en la cuarta dimensión con los ángeles de la muerte.

Amamos a los dioses elementales del viejo Egipto faraónico y jamás olvidaremos la esfinge milenaria.

La runa Hagal y la meditación de fondo nos permitirán ponernos en contacto con esas chispas, con esas llamas inefables. (Samael Aun Weor)

Instructor: Ismael Moreno Luna. San Luis Potosí, S.L.P.

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