La Meditación.

María y el Niño Jesús. Adriaen Isenbrant. 1530-1540

La meditación es el pan diario del sabio, así afirman los grandes maestros y en todas las culturas, ¿Qué podríamos nosotros hacer para realizar en lo más posible una perfecta meditación?, indudablemente la relajación es fundamental, hacernos sensibles y conscientes de lo que sucede en nuestro cuerpo físico. ¿Cómo podríamos iniciar entonces? Nuestro venerable Maestro, Samael Aun Weor, nos dice en varias obras, cómo podríamos lograr una relajación adecuada para nuestras prácticas y ejercicios, como ese fuego del espíritu santo que hace trabajar los chakras internos, al cual se refiere en el libro Magia Crística Azteca:

Acostado en su lecho, en decúbito dorsal, relaje todos los músculos de su cuerpo, desde la punta de los pies hasta la cabeza, y ponga su mente en silencio por unos diez minutos. A continuación, imagínese que por su glándula pineal, situada en el interior del cerebro, casi en medio del mismo, descendiendo del cielo, entra en su cuerpo el fuego sagrado del Espíritu Santo y vitaliza al chakra maravilloso de esta glándula, el cual resplandece en sus doce dorados pétalos centrales teniendo como fondo infinidad de pétalos que parecen rayos de luces multicolores de un loto maravilloso, y lo pone en movimiento, de izquierda a derecha, como rehilete de fuego. Este ejercicio debe durar media hora y debe usted hacerlo antes de quedarse dormido.

Considero que este sistema de relajación puede realizarse para una buena meditación, recomendaríamos realizar esta práctica con el estómago en reposo, es decir preferentemente sin haber tomado alimentos previos a esta práctica. Realizarla con los ojos cerrados para evitar todo tipo de distracciones visuales; si las hubiera, corresponderá a la práctica de quien realiza el ejercicio, su dominio.

Podría utilizarse música clásica, los sonidos de la naturaleza o bien algún mantram, además de una ropa cómoda que le permita relajarse adecuadamente.

Puede realizarse en cualquier lugar, apto para la introspección sin interrupciones. Generalmente si no se está acostumbrado a la relajación, puede haber diferentes reacciones, como un pequeño picor en alguna parte del cuerpo, comezón, una leve distensión de un tendón o músculo, pero en natural. Puede incluso llegar a sentir que saliva más de lo normal, pero esto es solo porque no se había percatado antes de las funciones del cuerpo sensibilizado, simplemente de su organismo en estado de relajación, que conforme la practique, se hará cada vez más consciente de otro tipo de sensaciones naturales. Realmente es maravilloso ir descubriendo todas esas percepciones, las cuales se trascenderán en algún momento, en cuanto el individuo comience a percibir la activación de los chakras o centros energéticos internos, así como la sensación de percibir el sonido de la nota clave resonando en las celdillas del cerebro o bien percibiendo el sonido y ritmo del corazón. Todas estas apreciaciones serán previas al trabajo psicológico místico, trascendental y analítico de la comprensión.

Diariamente se ha de procurar realizar esta profunda relajación, imaginando el fuego del espíritu santo descendiendo y tocando cada chacra para una perfecta concentración y así llegar a encontrar la raíz de nuestra meditación. Sería lo fundamental para iniciar el trabajo diario de adquirir el pan de los sabios. Resumiendo, diríamos que iniciamos con la relajación y continuamos con la concentración de la cosa en sí. La meditación reviste cuatro fases:

Asana: (Postura del cuerpo físico). El cuerpo debe quedar en posición absolutamente cómoda. Y así practicar la relajación todos los días.

Dharana: (Concentración). Debemos apartar la mente de toda clase de pensamientos terrenales. "Los pensamientos terrenales han de caer muertos ante las puertas del Templo". Hay que concentrar la mente únicamente adentro... en nuestro Íntimo.

Dhyana: (Meditación). El discípulo debe meditar en esos instantes en el íntimo. El Íntimo es el espíritu. "Recordad que vuestros cuerpos son el Templo del Dios vivo, y que el Altísimo mora en nosotros". El discípulo debe adormecerse profundamente; tratando de conversar con su íntimo.

Samadhí: (Éxtasis). Si el discípulo ha logrado adormecerse meditando en su Íntimo, entonces entra en el estado de Samadhy, y puede ver y oír cosas inefables, y conversar con los Ángeles familiarmente. Así es como despierta la conciencia de su letargo milenario. Así es como podemos adquirir verdadera Sabiduría Divina, sin necesidad de dañar los poderes de la mente con el batallar de los razonamientos, ni con el vano intelectualismo. La meditación es el pan diario del sabio.

Esperando que el fuego del espíritu santo les inspire para realizar esta práctica, les enviamos un fuerte abrazo y una muy feliz navidad.

Ismael Moreno Luna. Comisión Calmecac.

Imagen: María y el Niño Jesús. Adriaen Isenbrant. 1530-1540

"Quien quiera conocer todas las maravillas de la naturaleza, debe estudiarlas dentro de sí mismo." Samael Aun Weor

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