El Limbo

Bajada de Cristo al Limbo. Autor: Sebastiano del Piombo. Año: 1516

Dante Alighieri, el florentino autor de “la Divina Comedia”, describe el destino que le espera a las almas después de haber fallecido su mortal cuerpo. Acompañado por su maestro, Virgilio, el poeta recorre el camino involutivo a través de nueve círculos, que conducen a las almas por una continua purificación. El primero de estos nueve infiernos, es llamado por el autor: el Limbo, un lugar donde el bien y el mal no tienen presencia, la antesala del infierno.

Solamente personas con consciencia despierta han sido capaces de conocer y relatar las realidades que existen más allá de nuestros cinco sentidos. El Venerable Maestro, Samael Aun Weor, logró, al igual que Dante, visitar y experimentar cada una de las regiones inferiores de la naturaleza para, a su vez, darnos a conocer sus secretos.

Existen facultades humanas que permiten el acceso a misterios trascendentes que el alma, aún en su inconsciencia, logra intuir, tales como la “percepción instintiva de las verdades cósmicas”. Esta facultad, perdida en la actualidad, es latente en quienes han logrado destruir de su propia naturaleza interior las bajas pasiones y el conjunto de agregados psicológicos que constituyen el ego.

Es posible, mediante la disolución del agregado psicológico, regenerar esta preciosa facultad y entonces verificar, en forma consciente, las leyes que rigen la naturaleza, como la ley del eterno retorno, evolución e involución. A través de los siglos, los seres de conciencia despierta han referido estas leyes, explicando así el destino de las almas cuando el cuerpo muere.

La rueda del Samsara, citada por los indostanes, afirma que después de la muerte existe el retorno, y que son 108 vidas las que le son otorgadas al alma para su manifestación y desarrollo en este mundo tridimensional. Al igual que Dante Alighieri, la doctrina describe el mundo dividido en tres regiones: las supradimensiones o cielos, la región física o tridimensional y las regiones inferiores o infiernos.

Las almas ascienden o descienden en el también llamado caracol de la existencia, pero en el transcurso de las 108 vidas, el alma nace y muere por ley del eterno retorno inevitablemente. Cuando alguien fallece, le corresponde un nuevo retorno, y mientras se le asigna por la divina ley de la justicia, permanece en el Limbo, esperando.

Es común experimentar en el mundo de los sueños situaciones con personas que han fallecido, ya que el mundo astral inferior, o mundo de los sueños es precisamente el Limbo. Al perder el cuerpo físico, el alma, revestida por sus agregados psicológicos, permanece ahí, esperando un nuevo retorno, con la conciencia profundamente dormida. El difunto no reconoce que ha muerto, porque está dormido en su conciencia.

Los tibetanos, por su parte, afirman que el alma está unida al cuerpo físico por medio de un cordón llamado el cordón plateado, de la vida o cordón Antakarana. Cuando una persona duerme, su alma sale del cuerpo y visita la región del astral inferior, el cordón Antakarana le permite al cuerpo físico percibir emociones, pensamientos, vivencias que le ocurren en el mundo de los sueños y por la mañana regresar al cuerpo físico, una vez que éste ha sido restaurado durante la noche. Pero cuando alguien fallece, el cordón Antakarana es cortado por seres conscientes que rigen la muerte y, por lo tanto, ya no puede regresar al cuerpo físico, se dice que ha desencarnado.

Así que tanto las almas de los muertos como de los vivos, conviven en el mundo astral inferior, en el Limbo, la antesala de los infiernos. Este mundo es tan similar al físico, que el individuo ni vivo, ni muerto, lo reconoce, cree estar despierto, inclusive suele pasar que se habla con los difuntos y al momento de despertar es cuando se descubre que era un sueño.

Dante Alighieri menciona que el Limbo es el lugar donde habitan los no bautizados, entendiendo el bautizo como un acuerdo o pacto que realiza el ser humano ante el Ser divinal para trabajar en sí mismo con el agua, el fuego y la sal; es decir, con la energía creadora y el fuego sexual a través del amor. En esta región, Dante encuentra a Homero, Lucano y Ovidio, personajes ilustres en vida, quienes olvidaron dedicarse al sacramento del bautizo. También encontró a los filósofos de antaño, tales como Platón y Aristóteles, famosos por su invaluable aportación a la humanidad y símbolos del no cumplimiento con el sacramento del bautizo, indicando que, mientras no se trabaje con la sal del amor, no es posible acceder a los mundos superiores de conciencia o cielos y mientras no se cumplan las 108 existencias, tampoco se puede entrar a los mundos inferiores…, por lo tanto, permanece en la antesala del Limbo para aguardar una nueva oportunidad de nacer y tener cuerpo físico para trabajar en la auto realización.

El Maestro Samael refiere que el Limbo está representado por las grutas y cavernas subterráneas del mundo. Y, ¿A qué se dedican las almas en el Limbo?, a lo mismo que hacía antes de morir, el difunto ignora que ha muerto y continúa sus actividades como si estuviera vivo, con las mismas preocupaciones, temores, deseos, problemas, éxitos y fracasos…, lo común es que se vuelva a nacer sin saber cómo ni cuándo para vivir nuevamente con la consciencia dormida.

De tal forma que este mundo físico y el Limbo son prácticamente lo mismo, solamente que el limbo es más sutil, pero en ambos, la consciencia está dormida, soñando que está despierta y perdiendo la oportunidad de vencer las leyes de la naturaleza por medio de la auto realización.

La invitación es a despertar conciencia, a realizar la clave de SOL constantemente: Sujeto, Objeto, Lugar. Preguntarse a cada momento ¿Quiénes somos?, ¿Cuál es el objeto? ¿Qué lugar es éste?..., para poder aprender a discernir entre el mundo físico y el mundo de los sueños y, a su vez, ir despertando la consciencia paulatinamente. Es necesario despertar para conocer de verdad lo que es el mundo.

“Se hace necesario que despierten para que conozcan de verdad lo que es el Mundo, lo que es el Universo. Mientras ustedes continúen con la Consciencia Dormida, nada sabrán de todas estas cosas.

Es urgente, inaplazable, impostergable aniquilar el Ego, reducirlo a cenizas para que la Consciencia despierte. Incuestionablemente, la Consciencia Despierta puede ver, oír, tocar y palpar las grandes realidades del Universo; ¡pero hay que despertar!

He dicho yo que se necesita de una didáctica y de una dialéctica para despertar, la he dado en mi libro “La Psicología Revolucionaria” y en “La Gran Rebelión”.

Ustedes necesitan estudiar esas obras y trabajar de acuerdo con los axiomas allí concretados, para que un día logren el despertar.

Hasta aquí mis queridos amigos. ¡Paz Inverencial!” Samael Aun Weor,

Enviado por: Susana M. Rodríguez Licea. Comisión de Eventos del ICQ.

Imagen: Bajada de Cristo al Limbo. Autor: Sebastiano del Piombo. Año: 1516

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