71

Darse cuenta de que nuestro conocimiento es ignorancia, es una noble comprensión interna. 

Considerar nuestra ignorancia como conocimiento es enfermedad mental. 

Sólo cuando nos cansamos de nuestra enfermedad, dejamos de estar enfermos. 

El sabio no está enfermo, por estar cansado de la enfermedad. 

Este es el secreto de la salud. 

 

72

Cuando la gente ya no teme tu poder es señal de que está llegando un gran poder. 

No interfieras a la ligera en sus hogares, ni les impongas pesadas cargas. 

Sólo si dejas de abatirlos, dejarán de estar abatidos por tu causa. 

Por ello, el Sabio se conoce a sí mismo, pero no se vanagloria; se ama a sí mismo, pero no se alaba. 

Prefiere lo que está dentro a lo que está fuera. 

 

73

Quien es valiente de manera temeraria, perecerá; quien es valiente sin temeridad, sobrevivirá. 

De estas dos clases de valor, una es benéfica y la otra dañina. 

Algunas cosas son detestadas por el Cielo. 

Mas ¿quién conoce la razón? 

Incluso el sabio se desconcierta ante tal cuestión. 

El Camino del Cielo es conquistar sin luchar, dar respuestas sin hablar, atraer a la gente sin llamar, actuar conforme a los planes sin premura. 

Vasta es la red del cielo, entrelazada con amplias mallas y, sin embargo, nada se escapa entre ellas. 

 

74

Cuando la gente ya no teme a la muerte, ¿por qué se asustaría de su espectro? 

Si pudieras hacer que las personas siempre temieran a la muerte, mas persistieran en violar la ley, podrías con razón detenerlas y ejecutarlas, ¿quién se atrevería entonces a violar la ley? 

¿No está siempre ahí el Gran Ejecutor para matar? 

Matar, para el Gran Ejecutor, es como cortar madera para el maestro carpintero, y desde luego serás afortunado ¡si no te hieres en tu propia mano! 

 

75

¿Por qué se muere el pueblo de hambre? 

Porque los de arriba les gravan con exceso. 

Por ello se está muriendo. 

¿Por qué es el pueblo difícil de gobernar? 

Porque los de arriba intervienen demasiado y sirvan a sus intereses personales. 

Por ello es tan difícil de gobernar. 

¿Por qué el pueblo se toma la muerte al a ligera? 

Porque los de arriba llevan una vida lujosa. 

Por ello se toma la muerte a la ligera. 

¡El pueblo no tiene sencillamente de qué vivir! 

¡Saben cosas mejores que hacer que valorar una vida así! 

 

76

Cuando una persona está viva, es blanda y flexible. 

Cuando está muerta, se vuelve dura y rígida. 

Cuando una planta está viva, es blanda y tierna. 

Cuando está muerta, se vuelve marchita y seca. 

Por ello, lo duro y lo rígido son compañeros de lo muerto: lo blando y lo 

flexible son compañeros de lo vivo. 

Así pues, un ejército poderoso tiende a caer por su propio peso, al igual que la madera seca está lista para el hacha. 

Lo grande y poderoso será colocado abajo; lo humilde y débil será honrado. 

 

77

Tal vez, la Ley del Cielo pueda compararse al estiramiento de un arco. 

La parte de arriba se hunde y la de abajo se eleva.

Si la cuerda del arco es demasiado larga, se corta; si es demasiado corta, se añade. 

La Ley del Cielo disminuye lo excesivo y completa lo insuficiente.

La ley del hombre es diferente: toma de lo insuficiente para aportarlo a lo excesivo. 

¿Quién excepto el hombre del Tao puede poner sus riquezas sobrantes al servicio del mundo? 

Por ello, el Sabio efectúa su trabajo sin acumular nada, y realiza su labor sin aferrarse a ella.

No quiere que sus méritos sean vistos. 

 

78

Nada en el mundo es más blando y débil que el agua; mas ¡no hay nada como el agua para erosionar lo duro y lo fuerte!, pues nada puede reemplazarla. 

Que lo débil venza a lo fuerte y lo blando venza a lo duro, es algo que todos conocen pero que nadie practica. 

Por ello, el Sabio dice: 

Recibir la suciedad de un país es ser el señor de sus templos. 

Cargar con las desgracias de un país es ser el príncipe del mundo. 

Ciertamente, ¡la Verdad parece su opuesto! 

 

79

Cuando se cura una gran herida, siempre queda una llaga. 

¿Acaso puede ser esto deseable? 

Por ello, el Sabio, aun teniendo la peor parte de un acuerdo, cumple con su parte convenida, y no se querella contra los demás. 

La persona virtuosa cumple con su deber; la persona sin virtud sólo sabe imponer cargas a los demás. 

La Vía del cielo carece de afectos personales, pero siempre se halla en armonía con las personas bondadosas. 

80

¡Ay del pequeño país con poca población!

Aunque posea aparatos mecánicos eficaces, la gente no los utiliza.

Deja que se preocupe de la muerte y se abstenga de emigrar a lugares lejanos.

Tal vez haya todavía carros y barcos, armas y armaduras, pero ninguna ocasión de utilizarlas ni exhibirlas.

Deja al pueblo volver a comunicarse anudando cuerdas.

Procura que esté contento con su comida, complacido con su ropa, satisfecho con sus casas y siga acostumbrado a sus maneras sencillas de vida.

Aunque pueda haber otro país en la vecindad, tan cercano que ambos están a la vista el uno del otro, y pueden oírse recíprocamente el canto de sus gallos y el ladrido de sus perros, no existen relaciones, y a lo largo de sus vidas los dos pueblos no tienen nada que ver entre sí. 

 

81

Las palabras sinceras no son agradables, las palabras agradables no son sinceras.

Las buenas personas no son discutidoras, las discutidoras no son buenas.

Las personas sabias no son eruditas, las eruditas no son sabias.

El Sabio no toma nada para acaparar, cuanto más vive para los demás, más plena es su vida.

Cuanto más da, más nada en la abundancia.

La Ley del Cielo es beneficiar, no perjudicar.

La Ley del Sabio es cumplir su deber, no luchar contra nadie.