LOS SOFISMAS DE DISTRACCIÓN

Sofismas, son los falsos razonamientos que inducen al error y que son gestados por el ego en los cuarenta y nueve niveles del subconsciente.

El subconsciente es el sepulcro del pasado sobre el cual arde la llama fatua del pensamiento y en donde se gestan los sofismas de distracción; éstos llevan al animal intelectual a la fascinación, y por ende, al sueño de la conciencia.

Lo que está guardado dentro del sepulcro es podredumbre y huesos de muertos, mas la losa sepulcral es muy bonita y sobre ella arde fatalmente la llama del intelecto.

Si queremos disolver el yo, tenemos que destapar el sepulcro subconsciente y exhumar todos los huesos y la podredumbre del pasado. Muy bonito es el sepulcro por fuera, pero por dentro, es inmundo y abominable; necesitamos volvernos sepultureros.

Insultar a otro, herirle en sus íntimos sentimientos, humillarle, es cosa muy fácil cuando se trata, dizque de corregirle para su propio bien. Así piensan los iracundos, aquellos que creyendo no odiar, odian sin saber que odian.

Muchas son las gentes que luchan en la vida por ser ricos. Trabajan, ahorran y se esmeran en todo, pero el resorte secreto de todas sus actividades es la envidia secreta, la que se desconoce, la que no sale a la superficie, la que permanece guardada en el sepulcro del subconsciente.

Es difícil hallar en la vida a alguien que no envidie la bonita casa, el flamante automóvil, la inteligencia del líder, el hermoso traje, la buena posición social, la magnífica fortuna, etc.

Casi siempre los mejores esfuerzos de los ciudadanos tienen como resorte secreto a la envidia.

Muchas son las gentes que gozan del buen apetito y aborrecen la glotonería, pero comen siempre mucho más allá de lo normal.

Muchas son las gentes que vigilan a su cónyuge exageradamente, pero aborrecen los celos.

Muchos son los estudiantes de ciertas escuelas pseudo esotéricas y pseudo ocultistas que aborrecen las cosas de este mundo y no trabajan en nada porque todo eso es vanidad, pero son celosos con sus virtudes y jamás aceptan que alguien les califique de perezosos.

Muchos son los que odian la lisonja y la alabanza, pero no tienen inconveniente en humillar con su modestia al pobre poeta que les compuso un verso con el único propósito de conseguir una moneda para comprar un pan.

Muchos son los jueces que saben cumplir con su deber, pero también son muchos los jueces que con la virtud del deber han asesinado a otros. Fueron numerosas las cabezas que cayeron en la guillotina de la Revolución Francesa.

Todos los verdugos cumplen con su deber y ya son millones las víctimas inocentes de los verdugos. Ningún verdugo se siente culpable, todos cumplen con su deber...

Las cárceles están llenas de inocentes, pero los jueces no se sienten culpables porque están cumpliendo con su deber.

El padre o la madre de familia, llenos de ira, azotan y dan de palos a sus pequeños niños, pero no sienten remordimiento porque están, dizque cumpliendo con su deber y todo aceptarían menos que se les calificara de crueles.

Sólo con la mente quieta y silente, sumergidos en profunda meditación, podremos extraer de entre el sepulcro del subconsciente toda la podredumbre secreta que cargamos dentro. No es nada agradable ver la negra sepultura con todos los huesos y podredumbre del pasado.

Cada defecto escondido huele feo dentro de su sepultura, pero viéndolo resulta fácil quemarlo y reducirlo a cenizas.

El fuego de la comprensión reduce a polvo la podredumbre del pasado. Muchos estudiantes de Psicología, cuando analizan el subconsciente, cometen el error de dividirse entre analizador y analizado, intelecto y subconsciente, sujeto y objeto, perceptor y percibido.

Esos tipos de división son los sofismas de distracción que nos presenta el ego. Estos tipos de división crean antagonismos y luchas entre intelecto y subconsciente, y donde hay luchas y batallas no puede haber quietud y silencio de la mente.

Sólo en la quietud y silencio mental podemos extraer de entre la negra sepultura del subconsciente toda la podredumbre del pasado.

No digamos mi yo tiene envidia, odio, celos, ira, lujuria, etc., mejor es no dividirnos, mejor es decir: yo tengo envidia, odio, celos, ira, lujuria, etc.

Cuando estudiamos los Libros Sagrados de la India, nos entusiasmamos pensando en el Supremo Brahman y en la unión del Atman con el Brahman; pero, realmente, mientras exista un yo psicológico con sus sofismas de distracción, no podemos lograr la dicha de unirnos con el Espíritu Universal de Vida. Muerto el yo, el Espíritu Universal de Vida está en nosotros como la llama en la lámpara.

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