Los Tiempos del Fin

La muerte en un caballo pálido. Autor Batchheizer. Año 1796.

Vivimos en un mundo hermoso, con una naturaleza pródiga, preciosos mares y montañas nos rodean, más sin embargo estamos en extinción, ya por desastres naturales y también por parte de la humanidad; formamos una sociedad materialista que nos impide ver o saber el verdadero objetivo de nuestra existencia. En este mundo estamos ante dos caminos: llegar a nuestro verdadero origen o involucionar y degenerarnos, debemos comprender que somos parte de un espíritu o Dios, nos corresponde decidir qué camino elegir, el círculo exotérico es el de las multitudes y el esotérico corresponde a la humanidad divina.

En este plano físico existen muchas escuelas, logias, órdenes, sociedades pseudo esotéricas, religiones, las cuales más que ayudar, confunden al aspirante, sin embargo, pueden ser buenas porque enseñan los principios elementales del conocimiento y pueden ayudar a lograr un cambio positivo en la persona, por ejemplo, las Cuatro Nobles Verdades y los ocho preceptos del budismo.

Difícil es decidir debido a que estamos en la última etapa de nuestra raza Aria, la edad de hierro, la más densa, llena de gente mecanizada, donde triunfa el mal, nos identificamos con los problemas de la vida diaria, dejando pasar la oportunidad que tenemos de alcanzar la iluminación interior. Lograr la integración del Ser es el mayor anhelo de todo iniciado y es lo que llamamos autorrealización, el Ser es múltiple en sus manifestaciones y se compone de muchas partes, para integrarlo debemos rebelarnos contra nuestra propia naturaleza egoica, que es antítesis de lo divinal, para lo que requerimos de mucha paciencia, voluntad, tenacidad y valor.

El verdadero Ser o Espíritu aún no ha entrado en nosotros porque el Yo ha invadido el reino del alma. El mal llamado hombre todavía está en proceso de creación, cuando eliminemos de nuestra psiquis todos los pecados o errores, además si logramos crear los vehículos solares y el sacrificio por la humanidad, es cuando realmente nos convertimos en hombres o mujeres auténticos. En los seres humanos comunes cuando muere el cuerpo físico y se desintegra, lo que continúa y retorna es el ego para satisfacer sus vicios y deseos, el verdadero Ser, después de la muerte vive completamente despierto con sus cuerpos internos, gozando en esas regiones de dicha y felicidad.

Este mundo físico es el valle de las amarguras, la rueda del Samsara, girando incesantemente, el ego va y viene, encarnándose en cada existencia, sufriendo, buscando sin hallar; quien quiera liberarse de esta rueda, debe disolver el ego y encarnar su alma, la rueda de la retribución es terrible, la humanidad que lo habita es esclava de las leyes naturales y cósmicas.

La naturaleza es implacable y el nacimiento de un Ángel hombre, cuesta millares de víctimas, “Muchos son los llamados y pocos los escogidos”. Cristo dijo: De mil que me buscan uno me encuentra; de mil que me encuentran, uno me sigue y de mil que me siguen, uno es mío.”

La tierra físico-química también ha quedado regida bajo las leyes del karma planetario, el fuego mundial poco desarrollado y cargado de karma ha originado una evolución lenta, pesada y terrible, de los millones de seres humanos que han habitado este planeta son muy pocos los que han evolucionado como Maestros o grandes iniciados.

El karma mundial lo estamos viviendo con terremotos, incendios, epidemias, terremotos, hambre, miseria, violencia, etc. y para equilibrar nuestra balanza, es urgente y necesario aceptar los errores cometidos, comprenderlos y eliminarlos, cultivar una actitud serena, así como el sincero anhelo por una transformación radical en nuestro interior que se verá reflejada hacia el exterior. Buda menciona que el pensar, hablar, sentir y actuar con ética, es uno de los primeros pasos que debemos seguir antes de dirigirnos hacia un conocimiento espiritual.

Las Cuatro Nobles Verdades constituyen el fundamento de la filosofía budista, la primera de ellas, nos dice el Buda que por medio de la meditación llegó a descubrir que el sufrimiento lo originamos nosotros mismos, el dolor es el resultado de nuestros propios errores, porque no somos perfectos, ya que tenemos el YO dentro, cuando el ego desaparece adviene a nosotros la auténtica y verdadera felicidad.

La segunda gran verdad nos dice: El nacimiento es sufrimiento, también lo es la vejez, la enfermedad y la muerte, la causa del dolor es el deseo y los cinco venenos que son; apego, odio, ignorancia, ego y celos, estos elementos nos causan una serie de perturbaciones y éstas son nuestros peores enemigos, cuando la consciencia despierta, la ignorancia desaparece y el temor deja de existir.

La tercera gran verdad se refiere a que el sufrimiento puede ser vencido, es en los momentos más difíciles, en las circunstancias más adversas donde descubrimos nuestros principales defectos con el sentido de la auto-observación aunque atrofiado en el ser humano; sin embargo, a medida que lo utilizamos se va desarrollando.

La cuarta gran verdad es el camino que nos lleva al cese del sufrimiento y esa senda es el Óctuple Sendero. Es la vía que conduce al Nirvana, a la verdadera felicidad. Este camino son ocho etapas que deben combinarse entre sí al practicarse.

Antes de dormir conviene que hagamos una retrospección para examinar los hechos del día y detectar los errores cometidos. El yo psicológico gasta torpemente el material psíquico en los defectos que se manifiestan en la convivencia diaria con nuestros semejantes o familiares, con los amigos, en el trabajo, en la calle, etc., es el espejo donde podemos vernos reflejados tal y cual somos.

Todo defecto debe ser llevado a la meditación para analizarlo y comprenderlo en todos los niveles de la mente y posteriormente ser eliminado por ese poder superior derivado de nuestro Ser, llamado Devi Kundalini, María, Maya, Isis, etc. nuestra divina madre interior.

Necesitamos avivar la llama del espíritu con la fuerza del amor. Necesitamos desarrollar la comprensión creadora. (Samael Aun Weor).

Enviado por: María Guadalupe Licea. San Luis Potosí, S.L.P

Imagen: La muerte en un caballo pálido. Autor Batchheizer. Año 1796.

“Cuando me preguntaron sobre algún arma capaz de contrarrestar el poder de la bomba atómica yo sugerí La mejor de todas: La paz.” Albert Einstein

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