El Entrenador Psicológico

Estructura en forma fálica de la zona Arqueológica de Tamtoc.

Todos anhelamos ser felices, marcar una gran distancia del dolor, de los problemas, de las angustias, de la miseria, de la desgracia, del miedo a vivir. Poseer una libertad psicológica, que no nos esclavice al qué dirán, al aceptar la adopción individual de comportamientos antisociales para encajar en el grupo, en la asociación de damas pías, en la palomilla de la cuadra, en la pandilla del barrio, etc., porque nos da vergüenza no ser como los miembros de esos conjuntos, que debido a ello crecen como las verdolagas, aunque esa vergüenza y esos comportamientos nos lleven al abismo; (y no estamos criticando a esos grupos de personas difíciles porque, detrás de una persona difícil, hay una vida difícil y falta de orientación y amor).

Todos anhelamos la paz interior, caminar serenos por la vida, alegres, dichosos, seguros de sí mismos y de nuestro futuro… estas venturas entran en el terreno de lo utópico, de lo quimérico, de lo ilusorio, mientras no nos demos cuenta que dentro de sí mismos llevamos los factores, las causas que nos hacen crueles, desdichados, condicionados. Esos factores son nuestras abominaciones internas: Los celos, la ira, que arrasan con la felicidad en los hogares, en las organizaciones, en las profesiones, porque no solamente existen celos de pareja, sino también celos políticos, celos profesionales, celos religiosos, etc.

Nos manipula también la codicia, causa de desgracias individuales y colectivas; la vanidad que no conoce límites económicos; el orgullo segregacionista, racista y discriminatorio; la envidia que carcome y mata; la lujuria, causa de miseria, violencia y abandono en las familias; la gula, que no conoce moderación en nada; los yoes viciosos, causa de debacle social…

Pero ¡alegraos! finos amigos, pues todo esto tiene remedio, ruego a todos, que abran su corazón al conocimiento, a la sabiduría, a lo nuevo, a lo desconocido; el miedo a lo desconocido mantiene al hombre en la más desastrosa ignorancia y vulnerabilidad.

En esta ocasión, gracias a los maestros de sabiduría, abordemos, con entusiasmo y anhelos de libertad psicológica, el misterioso e interesante tema de “El entrenador Psicológico”.

Es muy importante estudiar esto porque arroja luz sobre una enigmática entidad que, por indiferencia ante lo que no comprendemos, falta de estudio, de investigación seria, profunda, nos ha mantenido viviendo lejos de su ayuda, de su instrucción; lo que ha provocado, desde hace siglos, una verdadera catástrofe individual y social que ya todos conocemos.

Recordemos aquí, lo que contundentemente nos dice el Maestro Samael Aun Weor, referente a “La ignorancia es el peor de los pecados”…

Estructura en forma fálica de la zona Arqueológica de Tamtoc.

Todos tenemos una maravillosa entidad divinal dentro de nosotros mismos que parece un ejército de pequeños niños, por la cantidad de desdoblamientos, particiones o segmentaciones que tiene; esa entidad divina, es nuestro Padre que está en secreto, nuestro Ser que es unidad múltiple perfecta.

Una de sus partes, una de sus proyecciones es nuestro instructor interior, conocido como Xólotl entre los nahuas, la divina reflexión o el divino Daimon interior de Sócrates; el imponente Prometeo, griego, etc., etc. En todas las culturas del mundo es conocido, recordándonos que el conocimiento es uno en todas las latitudes del planeta.

El entrenador psicológico es la sombra de nuestro Ser, que es negro como el carbón, pues así lo tienen las legiones de yoes que poseemos, esa negrura son todos nuestros errores internos. Si pudiéramos vernos como internamente somos, tengan la seguridad que, huiríamos espantados de nosotros mismos. Napoleón hubiera sucumbido ante la sombra de su Ser, pues una cosa es estar en el campo de batalla contra otros machos y otra cosa es la lidia contra uno mismo. "Aunque un hombre, venza mil veces en batalla a otros mil hombres, quien se vence a sí mismo es el mayor guerrero." Dhammapada, la esencia de la sabiduría budista.

Debemos intuir esa parte de nuestro Ser interior. El entrenador psicológico, es el tentador, el que nos pone las pruebas, el que nos brinda generosamente ese gimnasio psicológico, que nos fortalece en nuestro trabajo sobre sí mismos, cuando superamos las pruebas que amorosamente nos ofrece.

“El Padre Nuestro”, oración que nos dejó el V.M. Jesús, no dice que no se nos pongan tentaciones, dice: “No nos dejes caer en tentación”, en clara alusión a que tenemos que vencer al tentador. Penas y tentaciones son la vida sobre la tierra. Por eso debemos tener mucho cuidado acerca de la tentación, vivir alertas de instante en instante de momento en momento para que nuestro entrenador no pueda engañarnos, pues éste nunca duerme y busca sin descanso el más mínimo descuido para hacernos caer en tentación.

El entrenador psicológico, es parte de nuestro Ser y es muy útil para lograr la libertad psicológica cuando lo derrotamos.

“La tentación es fuego, el triunfo sobre la tentación es Luz."

Estructura en forma fálica de la zona Arqueológica de Tamtoc.

Pidamos con entusiasmo las tentaciones, las pruebas, con la misma alegría que el guerrero pide enemigos fuertes para vencerlos, pues sabe que al hacerlo se fortalece y con ello algún día será invencible.

Los Doce Trabajos del Hércules romano, son una alegoría de las pruebas que nos pone el entrenador psicológico: vencerlo para transformar el plomo de la personalidad en el oro del espíritu, es triunfo.

Indudablemente, no es en modo alguno el entrenador psicológico, un agente extraño fuera de nuestra psiquis, al contrario, es como ya dije, la sombra de nuestro Ser divino dentro de nuestro "fondo íntimo particular"

Eso representa la escultura de Xólotl, jaguar o perro; cuando se manifiesta en nosotros, no solamente se encarga de probarnos ante las tentaciones, además se convierte en nuestro instructor, nos provoca desdoblamientos astrales conscientes por orden del Ser, para instruirnos, para darnos una enseñanza.

Prometeo es el mismo tentador, que parece enfrentar al Ser, pero que es la misma proyección del Ser para nuestro desarrollo y beneficio. Como menciona el V. M. Samael Aun Weor: “lucharemos con nuestro entrenador psicológico”, el que nos pone las duras pruebas en la vida para superarlas, pero que, sin la ayuda o manifestación, de su otra polaridad, es decir, como Padre que está en secreto, éstas nunca podrían ser vencidas. Prometeo quedó encadenado, como castigo, a una dura roca o piedra, que representa esas duras pruebas.

Prometeo es liberado de la dura roca por Hércules, el hijo de Zeus, quien, con una flecha, símbolo de la voluntad para auto vencernos, derriba el águila que diariamente carcomía el hígado de Prometeo cuando estaba encadenado, sufriendo lo incontable, pues el trabajo de eliminación de nuestros errores internos, exige trabajos conscientes y padecimientos voluntarios. Si no hay trabajo y tribulación, las abominaciones internas devoran las entrañas del ser humano perpetuamente; sin embargo, se puede liberar con el trabajo de nuestra conciencia Cristo, que es nuestro Hércules interior, con las flechas de la conciencia, de la voluntad, del auto conocimiento… Siempre es premiado el estudiante que trabaja internamente, de hecho, Zeus levanta el castigo de Prometeo al ver que su propio hijo, Hércules, es quien libera de las bajas pasiones al ser humano.

Contienda, batalla terrible que, incuestionablemente se debe procesar en el fondo vivo de nuestra propia conciencia; lucha heroica contra las pasiones animales que llevamos dentro, personificadas, en el mí mismo, en el sí mismo. Indudablemente, nuestro real Ser interior profundo, tiene que matar o fracasar.

En el primer caso, obviamente, se convierte en el matador del dragón por el hecho mismo de haber salido victorioso de todas las tentaciones puestas por dicho dragón.

El entrenador psicológico, como educador o mentor, resulta ciertamente insólito, inusitado, extraordinario; quién en su sano juicio rechazaría su valiosa ayuda.

Existe pues, en la tentación del Ser, didáctica inimitable, pedagogía portentosa, atracción que asombra, incentivo inconfundible, estímulo oculto con propósitos divinales secretos, seducción, fascinación.

De todo esto podemos deducir que dentro de nuestras hondas intimidades podemos y debemos luchar contra el dragón y sus huestes tenebrosas (los defectos psicológicos), si es que en verdad queremos convertirnos en "Hijos de la Sabiduría" en “Hijos de la Luz”. Repito: "La tentación es fuego, el triunfo sobre la tentación es Luz." Eliminar los elementos indeseables que cargamos dentro es urgente, inaplazable.

En modo alguno sería posible extirpar nuestros agregados psíquicos, esos íntimos defectos que en su conjunto constituyen al yo, sin el auxilio de esa partícula divina o mónada interior recordada por el hacha, signo del rayo que el hombre-tigre asume con entera claridad.

Escrito está con entera lucidez en el Libro de la Vida: "Quien quiera subir debe primero bajar." "A toda exaltación le precede una humillación."

¿A dónde debe bajar el estudiante? A sus propios abismos internos, ahí es donde residen esos resortes ocultos que nos hacen ser criticones, amantes del chisme; bebedores desmedidos de vino; mirar al sexo opuesto con lujuria, morbosidad, deseo animal; devolver ofensa con ofensa, golpe por golpe, engaño con engaño, traición con traición. ¿Acaso podemos decir que no tenemos todos esos resortes ocultos?

El descenso a nuestras profundidades íntimas, desde los antiguos tiempos, fue siempre la prueba máxima para la suprema dignidad del Hierofante, del que enseña cosas sagradas: Jesús, Buda, Hermes, Quetzalcóatl, etc., hubieron de pasar por esas terribles pruebas que todo sincero luchador pide para su propio crecimiento anímico - espiritual.

De nada serviría poseer toda la sapiencia de este mundo, si no se muriera en sí mismo.

¿Qué nos hace tan débiles ante las pruebas, ante las tentaciones que son el pan de cada día para cada uno de nosotros?... ¿Qué nos hace identificarnos con lo negativo, con el lodo de la tierra, con la cultura del menor esfuerzo?

¿Qué es lo que tiene a la humanidad en el estado caótico en que nos encontramos? El estado de sueño psicológico, la falta de trabajo interior, el no llevar a la práctica los tres factores de la revolución de la conciencia: Nacer, morir y el sacrificio por la humanidad: Nacer es recuperar la inocencia perdida, volver a ser limpios y puros como los niños. Morir: Es eliminar el ego el yo, eso que nos hace tan egoístas, tan perversos. Sacrificio por la humanidad: El llevar la gnosis, el conocimiento a nuestros semejantes, por el medio que nos sea posible. “La mejor forma de ayudar a los demás es cambiando uno mismo” Un individuo transformado, es útil a la humanidad entera, tal como los elementos de la naturaleza que, al transformar la semilla, la convierten en alimento y dotan de esa fuente de vida a toda criatura en la tierra

Así pues, El entrenador psicológico nos prueba, con esos impulsos lujuriosos que surgen de nuestro interior cuando vemos al sexo opuesto, con esos impulsos de embriaguez ante una copa de vino, con esos impulsos de responder, de venganza ante una ofensa, con esos impulsos de envidia ante el bien ajeno, con esos impulsos de codicia ante el dinero, con esos impulsos glotones ante todo tipo de placeres materiales y físicos, con esos impulsos de celos, por nuestra falta de confianza en el otro, con esos impulsos de miedo ante cualquier circunstancia, con esos impulsos egoístas y, fatales, de dominio del débil, que campea en las grandes potencias. Todo esto debe morir de raíz. Con ayuda del Padre interior, con trabajo, constancia, sacrificio, paciencia, buen ánimo y estado de alerta permanente venceremos. Hay que aprender a meter la conciencia entre la tentación y la mente, así no caeremos y estaremos libres del mal.

Dice Tomas de Kempis (“La imitación de Cristo”): “La nave sin timón es llevada a una y otra parte por las olas; así el hombre descuidado y que desiste de su propósito es tentado de diversas maneras. El fuego prueba al hierro y la tentación al hombre justo.

Muchas veces no sabemos lo que podemos; más la tentación descubre lo que somos.

Debemos pues velar principalmente al venir la tentación; porque entonces con más facilidad es vencido el enemigo, cuando no se le deja pasar de la puerta del alma, y se le resiste en el umbral luego que llama.

Porque primeramente se ofrece al ánima sólo el pensamiento sencillo; después la importuna imaginación; luego la delectación, y el torpe movimiento, y el consentimiento.

Y así se entra poco a poco el maligno enemigo, y se apodera de todo por no resistirle al principio.

Y cuanto más tiempo fuere un perezoso en resistir, tanto se hace cada día más flaco, y el enemigo contra el más fuerte”.

Amigos queridos, estemos siempre dispuestos a vencer las grandes y pequeñas tentaciones, todas son peligrosas.

“Que los soles de entusiasmo os alumbren el camino”.

Enviado por: Instructor José Isabel Mauricio Vargas. Rincón de Romos, Ags.

Fotos: 1,2. Estructura en forma fálica de la zona Arqueológica de Tamtoc. Foto 3. Detalle de la misma estructura fálica, con rastros de pintura original.

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