El Tablero de la Vida

Desde el principio de los tiempos, ha existido una eterna lucha entre el bien y el mal, no hay criatura en este tapete de la existencia que no libre dicha lucha; entre la sabana y los pastizales, a veces extremadamente secos y calurosos, la leona, que con un esfuerzo enorme logra capturar una presa para alimentar a sus hambrientos cachorros, muchas veces tiene que abandonar esa vital comida, debido a que llega una manada de hienas que amenazan con matarla si se opone al hecho, ella, ante lo evidente de perder en esa contienda desigual, prefiere irse, pues sabe que habiendo vida, puede conseguir otra presa. De la misma manera, la gente honrada que se gana el pan de cada día con mucho trabajo tiene que renunciar a su sueldo ante el arma amenazante que porta el furtivo ladrón.

Las zonas arqueológicas que cuentan con el Campo de la Bola Religiosa, mal llamado “Juego de Pelota”, nos habla también de ese tema, de la misma manera, el Juego de Ajedrez, cuyo tablero contiene cuadrados negros y blancos y en sí, todo el tablero, representa el campo de lucha, lugar donde el ser humano se propone vencer al mal (los yoes, el ego viviente en su interior) para así tener un recto pensar, un recto sentir y un recto actuar.

La cultura Atlante, cuarta raza que tuvo nuestro planeta, tenía conceptos especiales acerca del ajedrez esotérico, mismo que tenían como una sabiduría hermética que significaba la lucha entre el espíritu y la materia.

La partida de ajedrez. Henry Siddons Mowbray. 1890.

El tablero está formado por 64 escapes o casillas, siendo de color negras y blancas. Estos dos colores el blanco y negro, vienen a simbolizar la dualidad de la misma vida: el bien y el mal, lo bueno y lo malo, la luz y las tinieblas al Cristo como máximo exponente de la Luz y a Javhe como el más exaltado demonio de las tinieblas.

Es pues, la vida, un tablero de ajedrez en el cual cada acto nuestro es una jugada. Si nuestras jugadas son buenas, inteligentes y oportunas, el resultado será el éxito, salud y longevidad.

Si, por el contrario, nuestras jugadas son hechas de mala fe, egoístas e inoportunas, el resultado será el fracaso, enfermedad y muerte con todo lo que conlleva, como, por ejemplo, el dolor, la enfermedad, el sufrimiento etc.

El tablero está formado por cuatro lados, es decir los 4 puntos cardinales, Norte, Sur, Este y Oeste; así mismo nos recuerda a las cuatro pruebas de toda iniciación esotérica: prueba del Agua: el saber adaptarse a cualquier circunstancia de la vida sin protestar, sin rasgar nuestras vestiduras, sin resultar dañado, si ponemos el agua en un zapato, en un sombrero, en una botella, en un barril, el agua no protesta, simplemente se adapta a las condiciones y forma del recipiente y listo; prueba del Aire: el tener dominio de nuestros procesos mentales y no al revés, que la mente sea la que nos domine, el estar dispuesto a perder lo más querido, es decir no tener apegos; la prueba del fuego: el dominar la ira, la cólera que nos causa las ofensas de los demás y transformarla en dulzura de carácter, en devolver bien por mal; La prueba de la Tierra: el sacar provecho de las peores adversidades, la vida es una sucesión de pruebas y de tentaciones que al vencerlas nos fortalecen para seguir creciendo en nuestro trabajo interior, el Padre nuestro, magnífica oración que nos dejó el Venerable Maestro Jesús, no dice “no me des tentaciones”, dice “no me dejes caer en tentación” en clara alusión de que las tentaciones deben existir en todos lados, en los cuatro puntos cardinales y, nuestro propósito es vencerlas en pro de nuestro crecimiento espiritual.

Si analizamos cabalísticamente, es decir, de acuerdo con la ciencia de los números, la cantidad de los 64 escapes nos da el número 10, representando a la ley de recurrencia, la retribución, la rueda del Samsara, así como las fuerzas evolutivas e involutivas.

La cantidad de escapes blancos como de negros es de 32 = 5. Que viene a representar a la ley, que gobierna todos nuestros actos, ya sean positivos o negativos. Hablando simbólicamente diríamos que empieza la ley del dharma y la ley del karma a manifestarse.

En lenguaje místico de la luz, cuando debutamos en el tablero de la existencia nos reciben las fuerzas blancas (escapes blancos), o sea los galenos con sus batas blancas, nos dan la bienvenida, como quiera que nada en la naturaleza está estático, llega el momento en que por nuestras malas obras o decisiones fracasamos y caemos en el amparo de las fuerzas involutivas (escapes negros).

Los jugadores de ajedrez. Moritz Retzsch. 1779-1857.

Así pues, ahí estamos todos los seres humanos entre el obrar bien u obrar mal, es una decisión propia que ni siquiera la Divinidad trastoca; en fin, cada uno de nosotros es el arquitecto de su propio destino.

Enviado por: Instructor: José Isabel Mauricio Vargas. Loreto, Zac.

Imagen 1: La partida de ajedrez. Henry Siddons Mowbray. 1890. Imagen 2: Los jugadores de ajedrez. Moritz Retzsch. 1779-1857.

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