Libro: Tiempo Azul

Epílogo

La meditación puede lograr cambios reales en nuestra existencia, es una herramienta fundamental para el autoconocimiento. Sin ella seremos como un leño perdido en el mar de la existencia.

Es a través de la meditación que podemos sustentarnos en los cuatro pilares de la enseñanza gnóstica.

La meditación es una ciencia porque hay que estudiar a fondo todas sus técnicas milenarias y llevarlas a cabo en forma totalmente práctica.

La meditación es un arte porque requiere actuar con el centro emocional superior trascendiendo el vano intelectualismo. Por tanto, hay que hacer las prácticas con devoción, fe, cariño y entusiasmo espiritual.

La meditación es una filosofía porque es una forma de vida, una manera inteligente de vivir, de interactuar con los demás, un sistema que nos lleva a la forma más elevada del pensamiento, que es, precisamente, el no pensar. Además, es permitir que facultades superiores a la mente actúen y, de esa forma, aprender a vivir.

La meditación es una mística porque nos permite ponernos en contacto con esa emanación de la divinidad, eso que es el Ser, el Padre que está en secreto, nuestro íntimo.

La meditación es la misma gnosis, vivida intensamente en cada momento de nuestra existencia, logra cambios trascendentes y radicales en nuestra vida.

Es con ese pan diario de la meditación como podremos alimentar nuestras inquietudes espirituales, dejar de ser superficiales como los charcos a la vera del camino que se secan con los primeros rayos del sol.

Con la meditación logramos cambios verdaderos, no ligeros, cambios que nos permiten dar un paso para acercarnos al Espíritu Divino.