El Faisán

“UNA MONOGRAFÍA DE LOS FAISANES”. WILIAM BEBBE. (1918).

“UNA MONOGRAFÍA DE LOS FAISANES”. WILIAM BEBBE. (1918).

Simbología Oculta

Entre las antiguas leyendas de los mayas existe la leyenda de “Mayab” o “La Tierra de los Elegidos”. Dice la leyenda:

El Señor Itzamna decidió crear una tierra tan hermosa que todo el que la conociera vería el despertar de un anhelo profundo en su corazón para alcanzarla y vivir en ella. Fue así como el Señor Itzamna creó “la tierra de los Elegidos”.

Movido por la belleza de su creación, Itzamna llenó el Mayab de las más bellas flores, creó enormes cenotes de aguas cristalinas que reflejaban el Sol y las estrellas y profundas cavernas de misterio.

Les entregó la tierra a los mayas y escogió tres animales que vivirían por siempre en el Mayab: el faisán, el venado y la serpiente de cascabel. Los mayas, muy felices, crearon palacios y sus ciudades de piedra.

Mientras tanto, el faisán volaba hasta los árboles más altos y su grito era tan poderoso que todos los habitantes le escuchaban. El venado corría ligero como el viento y la serpiente agitaba sus cascabeles y llenaba el ambiente de una sublime música.

Un día los Chilam (adivinos mayas) tuvieron una visión: “pronto nos invadirán hombres de tierras lejanas, traerán armas y nos quitarán nuestra tierra.” El faisán huyó de inmediato y se escondió entre las yerbas, prefiriendo dejar de volar para que los invasores no lo encontraran. Desde ese momento y no antes, ya el faisán no volaba alto.

El venado se llenó de tanta tristeza y lloró tanto que sus lágrimas formaron muchas aguadas. Desde ese momento y no antes, sus ojos han estado siempre tristes y mojados.

La serpiente decidió entonces olvidar su música y luchar contra sus enemigos. Desde ese momento y no antes, ya la serpiente no tocaba música, sino un nuevo sonido, el que usa antes de atacar sus víctimas.

Aunque los hombres de tierras lejanas sí conquistaron sus tierras, un viejo adivino de los Chilam les dijo a las gentes que no perdieran la esperanza, pues los tres animales cumplirán una importante misión en su tierra: “Mientras las ceibas estén de pie y las cavernas permanezcan abiertas, mantengan la esperanza.

Sepan que la fecha de reconquistar nuestras tierras llegará cuando reciban tres señales: El faisán volara sobre los árboles más altos y su sombra podrá verse en todo el Mayab. El venado, será nuevamente capaz de cruzar la tierra de un solo salto. El cascabel tocara su música de nuevo.”

En esta creación del Edén paradisíaco, el Señor Itzamna, Dios de la Sabiduría y representación viva de nuestro padre que está en secreto, muestra tres aspectos de nuestro Real Ser interior profundo: la fuerza de la voluntad (el venado); la belleza de pensamiento, sentimiento y acción (el faisán), y el fuego serpentino de la madre divina que nos auxilia en la lucha interior, representada por la serpiente.

“UNA MONOGRAFÍA DE LOS FAISANES”. WILIAM BEBBE. (1918).

“UNA MONOGRAFÍA DE LOS FAISANES”. WILIAM BEBBE. (1918).

El faisán como símbolo de las facultades del Íntimo, nuestro Real Ser, asume tres aspectos que aplican al trabajo interior:

El faisán es símbolo del Padre de nuestro Padre, la corona de la vida, el anciano de los días; pues vemos que “volaba hasta los árboles más altos (el árbol de la vida) …” El vuelo del faisán simboliza las subidas y las bajadas en nuestra vida; la belleza de acción, palabra y sentimiento que son necesarias en nuestro diario vivir y simboliza hasta la sutileza de la oración, que se eleva desde la tierra hasta los cielos.

El faisán también representa la “asistencia interna”, o “la voz de la conciencia.” Esa es la voz del Íntimo que nos da advertencias, que nos impulsa al trabajo interior y que hasta nos indica cuando hemos errado con la voz del remordimiento. Esta voz es una ayuda superior que recibe todo buscador de corazón sincero en el camino de la revolución de la consciencia. Por eso la leyenda dice: “su grito (la palabra creadora, la voz del silencio) era tan poderoso que todos los habitantes le escuchaban.”

Como ave de colorido plumaje, el faisán también representa el trabajo con las aguas de la vida, que en lenguaje alquimista se conoce como “el mercurio filosofal”. Su color rojizo simboliza el “cuarto grado del mercurio”, que se asocia con hombres verdaderos; aquellos que han recibido el título de “Hijo del Hombre” que han trabajado intensamente en los tres factores de la revolución de la consciencia a través de la magia del amor y que, como grandes maestros, regresan a entregar una educación fundamental y una revolución de la dialéctica a la humanidad.

Que todos los seres sean felices.

Enviado por: Ricardo Santana Laracuente, Instructor, ICQ Arizona.

 

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