Determinación (Adhitthana)

“Al que vive consciente de las impurezas, con los sentidos refrenados, moderado en la comida, lleno de fe, lleno de sustentadora energía, a ese Mara no lo derribará, como el viento no derribará a la montaña”. Dhammapada.

LUIS RICARDO PHALERO, “EL ALMA DEL HOMBRE” 1894

LUIS RICARDO PHALERO, “EL ALMA DEL HOMBRE” 1894

El mundo con todos sus vicios y costumbres equivocadas se ha convertido en un serio obstáculo para lograr la liberación final. Borracheras, orgías, violencia, orgullo, vanidad, etc. son el pan de todos los días, tanto en el norte, el sur, este y oeste del mundo.

Miles de aspirantes al camino, con todo lo que nos ofrece el mundo en vicios, fácilmente abandonamos las inquietudes espirituales y nos dejamos tragar por el mundo y sus abominaciones. Se hace necesario la determinación, la voluntad, con el fin de sostenerse firme en la senda que ha de conducirnos a la luz de la sabiduría inmortal. Pero ¿cómo logramos desarrollarla?

Con gran sorpresa nos daremos cuenta de que son decenas, cientos o quizás miles de defectos psicológicos que se oponen a que surja esa determinación, la cual en la gnosis llamamos con el nombre mántrico de Thelema.

La negligencia, por ejemplo, es uno de esos tantos, podemos hacer las cosas bien hechas, pero preferimos no hacerlas como es debido, todo lo hacemos al “ahí se va”; la enfermedad del “mañana” es otro defecto que encarcela la verdadera determinación, dejamos siempre para después la meditación, siempre hay algo más “importante” que hacer; en parte también el egoísmo, sólo pensamos en sí mismos y nos olvidamos del bienestar de los demás, algunas veces por pereza y comodidad.

Sólo estudiando estos innumerables defectos psicológicos, al comprenderlos a fondo, podrán ser desintegrados y es así como brotarán en nosotros acciones conscientes, llenas de fuerza espiritual.

“Auto-determinaciones nuevas surgen de la Conciencia cuando la comprensión es uni-total...” Samael Aun Weor. Misterio del Áureo Florecer.

Necesitamos hacer una clara diferencia entre la fuerza del deseo y el verdadero anhelo del alma, la voluntad o determinación encaminada hacia la conquista del Ser. Uno es el impulso o fuerza de los Yoes que trabajan en forma inaudita con el sólo fin de alimentarse.

La codicia, por ejemplo, nos hace crear necesidades inexistentes, acumulando bienes o cosas que nunca usamos y a veces hasta ponemos de pretexto dizque el bienestar de los hijos, que contrariamente a lo que expresamos, frecuentemente olvidamos; malgastando enormes cantidades de fuerza espiritual en cosas que no desembocan a ninguna parte real.

PIETER BRUEGHEL “EL VIEJO”, “INVIDIA”, 1558.

PIETER BRUEGHEL “EL VIEJO”, “INVIDIA”, 1558.

El orgullo, es otro de los yoes que nos impulsan con una fuerza inusitada a obtener honores, propiedades, un cuerpo que todos admiren, pero en muchas de las ocasiones no sano, parecería que hay mucha determinación en nosotros cuando nos encontramos buscando la satisfacción de esos deseos, pero eso no es voluntad verdadera.

Así que si queremos que surja esta Paramita (virtud) de la determinación, en forma espontánea, libre, natural; forzosamente tendremos que liberar esas energías encarceladas en esas actividades que son de los defectos psicológicos.

Otra cuestión que debemos reflexionar seriamente es el hecho de que no tenemos individualidad, por lo tanto, no tenemos un centro permanente de conciencia. Somos multiplicidad, legión de yoes tal como se especifica en el caso de Jesús y el endemoniado Gadareno: “Y le preguntó: ¿Cómo te llamas? Y respondió diciendo: Legión me llamo; porque somos muchos”. (Marcos 5:9).

Esta desgracia nuestra de ser muchos, nos lleva a la conclusión lógica que tenemos muchas malas voluntades, cada defecto tiene la suya propia, además de sus propios pensamientos y sentimientos. Cada mala voluntad dirigida a sus propios intereses.

En tal situación en que nos encontramos, cuando aparentemente nos decidimos a realizar una buena obra en favor de la humanidad, dentro de nosotros decenas de Yoes intervienen jalando en direcciones distintas.

“Cuando la voluntad quiere actuar independientemente, sin hacer la voluntad del Padre, es voluntad débil” (Samael Aun Weor).

Sólo uniendo nuestra voluntad a la de nuestro Padre, podríamos volverla poderosa, es por ello por lo que ahora más que nunca debemos llevar a cabo esa frase del Padre Nuestro:

“Hágase señor tu voluntad, así en la Tierra como en el Cielo”.

JENARO ISMAEL REYES TOVAR

Bibliografia: Misterio del Áureo Florecer, Dhammapada

IMÁGENES: LUIS RICARDO PHALERO, “EL ALMA DEL HOMBRE” 1894 PIETER BRUEGHEL “EL VIEJO”, “INVIDIA”, 1558.

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