La Generosidad (Dana)

PINTURA: BELISARIO, JACQUES-LOUIS DAVID, 1781

PINTURA: BELISARIO, JACQUES-LOUIS DAVID, 1781

Los seres humanos fuimos puestos en este tapete de la existencia para irnos puliendo, para irnos refinando paso a paso, y ese refinamiento lo conseguimos cuando estamos trabajado en la eliminación de todos esos errores internos que nos hacen cometer todo género de barbaridades: pleitos, guerras, chismes, discriminación, criticas, robos, asesinatos, especulación, abandono, adulterios, violencia de distintos géneros, hipocresías, etc., etc. Para avanzar sustancialmente en ese trabajo interior que debemos realizar, nos puede ayudar enormemente una virtud que surge en el ser humano cuando ha eliminado de sí mismo la codicia, esa virtud es la generosidad.

La generosidad, es el hábito superior de dar o compartir con los demás sin esperar recibir nada a cambio, sin pedir jamás nada a cambio. Finalmente, el gran amor universal, representado por la Divinidad, se sintetiza en servir desinteresadamente a nuestro hermano el hombre.

Desgraciadamente, a consecuencia de nuestra degeneración, desde hace mucho tiempo, esta virtud trascendental, parece condenada a desaparecer y estacionarnos en la impiedad; es evidente que somos terriblemente individualistas y solo nos ocupamos de nuestra propia seguridad, alimentación y bienestar.

"En que os améis los unos a los otros probaréis que sois mis seguidores"; dentro de este gran precepto dejado por el Venerable Maestro Jesús, se encuentra la virtud de la generosidad señalada en Las Paramitas o virtudes budistas como DANA.

La generosidad, el DANA, cuando se comprende con la objetividad que emana del Ser interior, se transforma en una maravillosa fuerza invencible, que viene a revolucionar a las personas y al mundo entero: El no ser ladrón, eso es generosidad; el no fabricar ni vender armas, eso es generosidad; el no especular con los alimentos, bienes, combustibles, etc., eso es generosidad; el no minar la economía del hogar, debido a los vicios, eso es generosidad; el educar a nuestros hijos, eso es generosidad; el no ejercer violencia intrafamiliar, eso es generosidad; el abandonar el mal verbo que destruye y mata, eso es generosidad, el no ser fanático religioso y respetar la religión ajena, eso es generosidad; el no ser celoso, eso es generosidad; el respetarnos los unos a los otros, eso es generosidad.

Cuentan los Paramitas que “Había una pareja de ancianos viviendo en una aldea. Su bodega de comida había quedado vacía, así que vendieron algo de leña por cuatro tazas de arroz. Entonces Chikuren Choja llegó a pedirles limosna y le ofrecieron una taza de arroz. Muy pronto detrás de él aparecieron Mokuren y Sharihotsu y a cada uno les dio su taza. La anciana, estaba segura de que la taza de arroz que les quedaba sería suficiente para alimentarse por unos días. Cuando vio al Buda acercándose a su casa para pedir limosna, sin pensarlo le ofreció su última taza de arroz y cuando se marchó, cayó en cuenta que esa era su última taza. Cuando su esposo regresó de trabajar le pidió una disculpa y le explicó su error. Pero su esposo la elogió por ser tan generosa en sus ofrendas. De nuevo revisó la bodega de comida y cuál fue su sorpresa al ver que estaba llena de todo tipo de tesoros y de comida”. “Esta historia no habla de milagros, pero puede referirse al hallazgo de riqueza espiritual en su bodega”.

Esta anécdota extraordinaria, nos remite a un precepto bíblico que señala, en Mateo 6:33 Reina-Valera 1960: “Busca el reino de Dios y su justicia que todo lo demás se os dará por añadidura” … Difícil, ¿verdad?, Fino lector, y es que el miedo a quedarnos sin sustento, sin abrigo, nos hace dudar de la misericordia divina.

Debemos eliminar de nuestro interior ese horrible yo del miedo y entregarnos por entero a nuestros semejantes, sin estar esperando la recompensa. Como vimos renglones arriba, son muchas las formas de ejercer la generosidad, de imitar al eterno Dios viviente que siempre nos lo da todo; seamos agradecidos y brindémosle diariamente nuestras ofrendas en beneficio de la humanidad, nosotros mismos, con nuestras acciones generosas, debemos ser una ofrenda para Dios.

Señalan también Los Paramitas: “Aun cuando no hay riqueza material, la riqueza espiritual se puede percibir. La pareja de ancianos estaba profundamente satisfecha en su mente. La sabiduría y la felicidad están estrechamente conectados. Se dice que, si conoces la sabiduría completa y perfecta, jamás extrañarás nada del mundo material. Esto significa que, si los humanos descubren su sabiduría original, entonces todo lo que necesitan materialmente se les proveerá. Puede decirse que las personas se empobrecen espiritualmente porque están demasiado apegadas a sus posesiones materiales. Si todos estuviéramos listos para compartir, entonces no sería necesaria la pobreza material del planeta” …

Cierro el presente, con una frase de San Francisco de Asís: “Necesito poco y lo poco que necesito, lo necesito poco” Recuerda, fino lector, que el yo se mueve en función del más; cuando no tiene valores espirituales, busca valores materiales para sentirse algo, para sentirse completo, para decir: “Yo soy” y con ese, “Yo soy” hemos llenado al hogar y al mundo de dolor.

JOSÉ ISABEL MAURICIO VARGAS

PINTURA: BELISARIO, JACQUES-LOUIS DAVID, 1781

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