El Esfuerzo (Virja)

PINTURA: EL ALMUERZO DE LOS REMEROS, PIERRE-AUGUSTE RENOIR, 1880-81

PINTURA: EL ALMUERZO DE LOS REMEROS, PIERRE-AUGUSTE RENOIR, 1880-81

Paramita en sánscrito significa “quien está más allá del sufrimiento”; también se comprende como virtud. Los Paramitas o virtudes indispensables, son en sí un sistema ético dentro del Budismo, que se debe implementar en la vida para lograr la iluminación y la liberación de la vida condicionada. Nos ocupa el desarrollo del esfuerzo.

La enseñanza gnóstica transmitida a la humanidad por el VM Samael Aun Weor, recoge bajo una ética y psicología revolucionarias, al esfuerzo como valor indispensable para lograr la realización íntima del SER, que significa liberarnos del ciclo repetitivo de sufrimiento, del eterno retorno de todas las cosas, en aras de servir a la humanidad y a todos los seres sintientes.

Esfuerzo significa siempre desempeño y dirección consciente de la energía vital. Ninguna transformación en la naturaleza, menos aún, en nuestra naturaleza interior es posible sin energía, empeño o esfuerzo dirigido. El menor fenómeno físico o transformación química en el mundo natural, requieren de energía. Esfuerzo y energía son sinónimos.

Conocer nuestra naturaleza interior, encarnar el “Nosce Te Ipsum” hombre conócete a ti mismo y conocerás al universo y a los dioses”, que se hallaba tallado a la entrada en el templo de Apolo de la antigua Grecia, es una tarea que requiere de un gran empeño.

La gnosis muestra el camino a través de los tres factores de la revolución de la conciencia: el morir en nuestros defectos psicológicos representados por nuestros pecados capitales; el nacer en una nueva criatura a través del sabio uso de la energía creadora; y el sacrificio por la humanidad. Pero no es una tarea sencilla. Sin embargo, es nuestra alma inmortal lo que se encuentra en juego.

La vida cotidiana mecanizada y repetitiva, plagada de problemas familiares, económicos, de trabajo, de metas materiales y de frustración; son un obstáculo imprescindible de superar. Placeres, pasiones, ilusiones, nuestros vicios y temores. Todo constituye este mundo material de Maya, que representa la fascinación por una existencia temporaria, siempre cambiante y destinada a desaparecer. Aferrarse a personas, el trabajo, relaciones sentimentales es un sinsentido: estamos destinados a perderlo todo en cualquier momento.

Eliminar de nuestra psicología aquellos agregados psíquicos que constituyen en nosotros a la lujuria, el odio, la avaricia, es una tarea que requiere de mucha constancia; de un gigantesco empeño por llevar una vida en estado alerta y presente.

El servicio por los demás, llevar una vida como un ejemplar ciudadano; el mejor hijo, padre de familia, madre; el mejor compañero de trabajo, requiere de un esfuerzo sostenido a lo largo de toda nuestra existencia.

Pero la transformación de la energía creadora en algo superior representa al esfuerzo en su expresión total. Es equivalente a energía fluyendo, lo que se necesita para todo movimiento y transformación química en el universo. Materia y energía son la misma unidad. Podemos llevar una vida a la deriva, sin dirección alguna, solo movidos por los impulsos naturales, instintivos, pasionales, en la que el movimiento de la energía nos conduce a la decadencia, al olvido de sí y al sufrimiento o podemos erigir una vida marcada por el esfuerzo, por la transformación y movimiento de la energía en la creación y salvación de nuestra alma.

RAFAEL MERAZO.

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