La Diosa Madre del Mundo

En la obra Rosa Ígnea del V. Maestro Samael Aun Weor, vemos este capítulo tan interesante y profundo que se refiere a la Diosa Madre del Mundo, que nos evoca deliciosamente a la naturaleza bondadosa y pródiga.

Diosa Madre, imágenes gratuitas de Stock

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Nos dice el Maestro:

“Las gentes creen que la naturaleza es algo inconsciente, pero se equivocan. ¡Pobres gentes!”

De esta manera con su lenguaje particular el Maestro nos invita a la reflexión sobre la importancia de estar en contacto directo con la naturaleza, pues ella es un aspecto de nuestra divina Madre, ella nos provee de alimento, de refugio y nos acuna entre sus elementos para darnos la oportunidad de vivir, aquel hijo que sea ingrato con su madre no va por el buen camino.

Es momento de reflexión amigos pues, como sabrás hemos destruido la naturaleza, hemos violado sus leyes más básicas, hemos contaminado la preciosa agua. ¿Qué civilización que se jacte de serlo ensucia el precioso y vital líquido?, en la conferencia de Naves Cósmicas del mismo autor nos dice que los hermanos mayores, los que vienen del espacio a visitar la Tierra, se horrorizan con esta terrible situación de la contaminación de las aguas, no pueden comprender como una raza envenena su propio sustento.

Así mismo nos comenta:

“Toda la inmensa naturaleza, no es sino el cuerpo grandioso de la reina del cielo.”

Si en verdad meditamos esta frase veremos con claridad como la Tierra es un organismo vivo, ella es el mismo cuerpo de la Madre Divina, entonces caminaríamos descalzos para no lastimar ni una roca, ni una pequeña planta, el respeto que sentiríamos hacia la Tierra que nos sostiene en el tapete existencial sería sin duda férreo.

Enseñar a nuestros hijos a las nuevas generaciones sobre la importancia de conectar con el planeta, con la naturaleza que vibra armoniosa y portentosa en cada rincón a donde dirijamos nuestra vista.

Comeríamos sus frutos con conciencia y ellos nos darían sus nutrientes para conservar esa reciprocidad de amor y respeto, pero la humanidad ha olvidado esta relación, ha roto el vínculo con la Diosa Madre del Mundo, le ha dado la espalda.

“En el templo de la bendita Diosa Madre del mundo vemos dos altares, y en medio de ellos al León de la Ley”

continúa el Maestro haciendo referencia a la ley de la balanza, la ley que debe poner todo en equilibrio, nos quejamos de la naturaleza, nos incomoda el calor y el frío extremo, nos duele la tempestad y el temblor de la Tierra, el fuego de los volcanes, pero debe haber un equilibrio, debe imperar el león de la ley y a un hijo ingrato no le espera un banquete, no le espera una cama de rosas.

Divina Madre, imágenes gratuitas de Freepik

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Reflexionemos amigos, volvamos la vista a nuestra Madre Natura, ella se encuentra esperando que despertemos, que podamos ver… realmente ver con los ojos del corazón y reconocer a nuestra Madre, así lo han dicho todas las tradiciones ancestrales,

“Esta Diosa del Fuego ha sido personificada por las vírgenes de todas las religiones: Isis, María, Maya, Adonía, Astarté, Insoberta, etc.”

Las antiguas culturas nos daban ejemplo de una vida conectada a la naturaleza, había ese amor infinito a las plantas, animales, ríos y montañas, se hacían rituales para honrar a la Madre Naturaleza y se pedía permiso para penetrar sus secretos, sólo aquellos dignos de saberlos eran iniciados y se les revelaban.

Nuestros agregados psíquicos nos impiden ver, nos impiden sentir el palpitar de la tierra, nos impiden escuchar la melodía formidable de la naturaleza, el canto de los pájaros, el batir de sus alas bajo el viento, el crepitar del fuego que purifica y renueva la naturaleza constantemente, ya no admiramos las puestas del sol, ya no contamos las constelaciones, ni observamos el movimiento de la bóveda celeste, hemos reemplazado el amor y la veneración a la naturaleza por nimiedades del mundo ultra moderno, ultra material, nos hemos vuelto demasiado “sofisticados” léase llenos de sofismas de distracción.

“¡Qué bella es la Madre del Mundo! ¡Miradla allí en su templo inefable, gobernando la naturaleza entera!”.

Quien vuelve la mirada hacia lo natural, puede ver la importancia de esta relación madre-hijo que nunca debimos haber abandonado, el microcosmos hombre se encuentra demasiado ocupado en llenar su copa de teorías caducas e imberbes, recordemos las palabras del Maestro de maestros, Jesús de Nazaret en la parábola del camello, que aparece en la Biblia en Mateo 19:24, donde Jesús le dice a sus discípulos que es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja a que un rico entre en el Reino de los Cielos, así el hombre de la tan cacareada modernidad se vuelve “rico” y no acepta nada en su odre que no sea una teoría sustentada por una ultra moderna ciencia que camina hacía la involución.

Divina Madre, imágenes gratuitas de Freepik

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Con tristeza podemos observar cómo nos hemos convertido en bribones del conocimiento, acumulamos diplomas y títulos, maestrías y doctorados en un intento fútil de ser mejores, seguimos sin entender que hay que vaciar la copa, para que pueda ser llenada con vino nuevo.

“En su cabeza lleva una corona de oro resplandeciente, y su túnica inmaculada centellea entre el crepitar de las llamas universales.”

En profunda reflexión, cavilando con conciencia sobre esta frase veremos que el camino ha de ser hollado, la corona de oro de la madre del Mundo sería la corona que debemos buscar, ir vaciando poco a poco la oscuridad que llevamos, dedicar nuestros esfuerzos no en tener sino, en ser y sólo se es cuando se va formando ese centro de gravedad conciente, buscar el Ser a través del trabajo interno serio y constante, el fuego que purifica nuestro trabajo se encuentra en nuestro interior, así conquistaremos una vez más esa hermosa relación con nuestra madre y ella nos dará la ayuda, nos mostrará el camino si somos dignos.

Y reitera:

“¡Qué bella es la Madre del Mundo! Miradla allí en su templo inefable, gobernando la naturaleza entera.”

Admirar la belleza de nuestra bendita Madre Natura, la que es nuestro sustento y vida, la que alimenta nuestro cuerpo y nuestro corazón con imágenes de belleza extraordinaria, ella fue, es y será por siempre la más venerada, nuestro amor debe ser volcado hacía ella y si las multitudes dejáramos nuestro materialismo, nuestro orgullo y amor propio, entenderíamos que una vida consagrada a la majestuosidad de la naturaleza no sería suficiente, querríamos por siempre ser parte integral de esta tierra para adorarla y venerarla. Trabajemos pues caros hermanos en la búsqueda de la perfección para ser algún día dignos de ella.

“Celebremos la fiesta de la Virgen Madre del Mundo”, ¡Oh ARHAT! Ella es la madrecita de todos nosotros, de todo ser vivo que puebla este planeta.

Rosa Ígnea, Samael Aun Weor, Capitulo VIII

Ma de Guadalupe Ortiz

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