El Réquiem de Mozart
Mozart, Johann Nepomuk Della Croce, 1780
Entre las obras de este magnífico Maestro de la Música no podíamos dejar de mencionar: el Réquiem, que es una pieza musical muy interesante de estudiar. Cabe destacar que esta obra fue la última que realizó Mozart.
En el argot musical, es básicamente una composición que se canta con el texto litúrgico de una misa para difuntos, podemos inferir de esto que es una pieza musical muy solemne y melancólica que acompaña el dolor de los familiares que han sufrido la pérdida de un ser querido.
El Réquiem se compone de diferentes secciones tanto en sentido musical como en el sentido litúrgico. Introito, Kyrie, Gradual, Tracto, Sequentia (o Dies Irae), Ofertorio, Sanctus, Agnus Dei y Comunión. Aunque estas pueden variar según el compositor o el estilo de la composición. Estas secciones incluyen partes vocales y orquestales muy variadas en su estilo y duración.
Introito (entrada): Comienza la Misa de Réquiem, usualmente con la frase "Réquiem aeternum" (Dales el descanso eterno).
Kyrie (señor): Un canto de súplica, generalmente a continuación del Introito.
Graduale: Un canto que se lee durante la Misa, generalmente después del Kyrie.
Tracto: Una sección que sigue al Graduale, a menudo con un carácter más reflexivo.
Sequentia (Dies Irae): Una secuencia de poemas en latín que describen el juicio final, un momento clave de la Misa de Réquiem.
Ofertorio: La sección en la que se ofrecen el pan y el vino, que luego se convierten en el cuerpo y la sangre de Cristo.
Sanctus: Una alabanza a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Agnus Dei: Una súplica por la paz y el perdón, a menudo con un tono más suave que el Dies Irae.
Comunión: La sección final, donde los fieles reciben la Eucaristía.
El Maestro Samael no dice:
“La música viene de los mundos superiores y tiene el poder de despertar la conciencia en los mundos superiores y es el verbo de Dios.”
Al escuchar esta imponente melodía de este Maestro nos damos cuenta que, en ella plasmó una sabiduría muy profunda y que puede ser interpretada con diferentes niveles de profundidad, con un coro de voces entrelazadas comienza el coro pidiendo el eterno descanso del difunto (Réquiem Aeternam), esto se podría interpretar de forma literal, al referirnos a las tradiciones y creencias comunes de que una persona vive, muere y se integra al cielo o paraíso. Sin embargo, sabiendo que Mozart era un maestro y tenía un conocimiento más profundo de la muerte, debemos nosotros encontrar el profundo mensaje que plasmó en esta obra, el eterno descanso es el retorno a las entrañas del mundo inefable del Padre, el regreso, cuando ya hemos muerto en nosotros mismos, cuando el ego ha sido eliminado. La frase “que la luz perpetua le ilumine,” se refiere a ese momento cuando ya se ha logrado liberar a la conciencia, entonces se podría percibir esta luz.
La muerte de Mozart, Henry Nelson O ‘Neil, 1860
Así nos va llevando Mozart con sus deliciosas melodías llenas de melancolía por el duelo de la muerte física, pero con mensajes que nos refieren a un conocimiento superior. Cabe destacar que este "Réquiem" fue su última obra, y que la compuso después de su obra maestra "La flauta mágica" donde es innegable un conocimiento profundo esotérico.
En el libro "el Bardo Todol" o "libro de los muertos" tibetano se pide que la persona que ha desencarnado sea iluminada con la luz de la conciencia, que despierte su conciencia.
Por lo tanto en esta obra nos habla también de esta iluminación, de nuestra misión en el mundo, la importante misión de eliminar lo negativo que cargamos dentro, es evidente que esta melodía puede usarse para el momento de despedir a un ser querido que ha dejado este plano físico, pero es también indudable que el "réquiem" también nos lleva a la muerte de nuestros agregados psicológicos, ese momento del día que es el más importante, pues con eso estamos nosotros dando pasos seguros a la iluminación.
No podríamos de ninguna manera hacer este trabajo solos, necesitamos la guía y la fuerza de algo superior, por eso en el "Kyrie" pedimos ayuda al Padre, sabemos que si seguimos por el camino del error solo nos espera el fracaso, por lo tanto, escuchando la siguiente parte del Réquiem, "Sequentia" nos habla de la ley, nos estremece con la fuerza, las notas musicales que transmiten directamente al centro emocional superior, el arrepentimiento que debemos sentir al poner al ego en juicio. El momento en que se pone a juicio al desencarnado. Arrepentimiento que se encuentra a base de profundas meditaciones, trabajo profundo en la comprensión de nuestros errores
En el "ofertorum", nos ponemos en suplica de la ayuda del cristo, cuya fuerza elimina el ego de raíz, nos preparamos poco a poco para que el Cristo nos ayude. Para que se logre el milagro de la manifestación del Cristo en el corazón del hombre. El alma suplicante ante Jesús el Cristo, la rima y la métrica de esta melodía, de este movimiento, el Maestro Mozart también utiliza las matemáticas sagradas, usando los números de sus versos y métricas tienen magistralmente un mensaje oculto.
El "Sanctus", el coro que alaba a esa divina potestad al Dios de las fuerzas celestiales y da el reconocimiento de su grandeza, además hace una súplica para la liberación del alma. Así mismo en la muerte del yo debemos suplicar y rogar para que seamos asistidos, ayudados en la destrucción del agregado.
Siguiendo con estos movimientos llegamos al "Agnus Dei", pidiendo el eterno descanso del alma del desencarnado, ciertamente suplicamos la ayuda divina para que haya fuerza en nuestro trabajo interior.
La parte final del réquiem de Mozart nos recuerda la comunión, se pide la iluminación, se pide la luz para iluminar al alma que ha dejado el cuerpo físico, que ha dejado el plano terrenal y que ahora según las tradiciones se integra a la gloria, al cielo.
En nuestro trabajo interior, debemos llevar esa práctica de la disolución del ego a profundidad, para que algún día podamos ser dignos de recibir esa luz, la luz de una conciencia libre del agregado psicológico, que las oscuras presencias del ego, sean destruidas para permitir la libración de la conciencia, la liberación de la luz, y entonces podamos nosotros ser iluminados, liberar las virtudes y algún día poseer nuestras almas.
Mozart deja este mundo en 1794, dejando inconclusa esta obra, Mozart dejó completo la Introducción y había redactado gran parte de los 5 primeros movimientos de la Secuencia (del "Dies irae" al "Confutatis"), además de 8 compases del sexto movimiento, "Lacrimosa". También dejó bosquejos avanzados del "ofertorio". Süssmayr añadió el trombón del Tuba mirum, escribió el "Sanctus", el "Benedictus" y el "Agnus" basándose en los esbozos e ideas de Mozart. Finalmente, repitió la fuga del "Kyrie", algo que no era muy raro (como se ve en la Misa de la Coronación).
Día de lágrimas aquél
en que resurja del polvo
para ser juzgado el hombre reo.
Perdónale pues, Dios. Piadoso Jesús,
Señor, dales el descanso. Amén.
(Fragmento de la letra de Lacrimosa)
Ma de Guadalupe Ortiz
IMAGENES: Mozart, Johann Nepomuk Della Croce, 1780 La muerte de Mozart, Henry Nelson O ‘Neil, 1860