Magia Elemental

Adán Y Eva en el paraíso, Tiziano, 1550

Adán Y Eva en el paraíso, Tiziano, 1550

Es sabido por las generaciones que antes el ser humano gozaba de una vida completa y feliz, habitando el Edén, ese lugar llamado paraíso que se encuentra en otra dimensión de la naturaleza, ahí los hombres vivían inocentes y puros, conviviendo con las criaturas de la creación en forma directa, el hombre y la mujer de este tiempo hermoso, no conocían el dolor, ellos comían los frutos del árbol de la vida y los ríos de las aguas puras de vida nutrían las raíces de los árboles del huerto.

Esta humanidad gozaba de las delicias del amor entre los bosques profundos del viejo continente conocido como Lemuria, la vida de estos seres era completa y poseían verdadero poder sobre los elementos, el fuego de los volcanes, el viento y los huracanes, las tormentas del mar y sobre los grandes terremotos.

Los ángeles los acompañaban y era bajo su dirección que nacían los hombres y mujeres puros entre las espesas selvas de la Lemuria. La procreación se verificaba dentro del recinto sagrado de los templos y la unión estaba llena de amor, respeto y veneración, además de la obediencia al padre que había dado libertad al ser humano, belleza y sustento, habiéndole dicho:

“De todo árbol del huerto comerás, más del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás de él, porque el día que de él comieres, morirás”.

Este árbol y su fruto representan a la sexualidad, esa sexualidad de tipo inferior que es el origen del dolor de la humanidad, es de todos conocido el mito de Adán y Eva, debemos saber que las Evas y los Adanes de la Lemuria, eran estas personas que vivían en el Edén, y las cuales fueron tentadas por esa fuerza hipnótica de la sexualidad de tipo inferior, esa serpiente negativa que hizo que se comiera el fruto prohibido, que ha sido representado por una manzana, la serpiente del instinto sexual sedujo a Eva según las escrituras bíblicas.

Cosas terribles sucedieron queridos amigos con esta caída, fuimos arrojados del Edén, y los hombres perdieron su poder, violando el sexto mandamiento, perdimos ese contacto con las fuerzas elementales de la naturaleza, el dolor y el defecto psicológico vino ahora a sustituir el amor y el equilibrio de la otrora vida de gozo y felicidad.

Es más que obvio el estado hipnótico y caótico que vive la sociedad actual, pero la verdadera pregunta es: ¿Cómo salir de este estado y recuperar los poderes perdidos? Nuestros antepasados nos dejaron en piedra grabados de inmensa riqueza, ellos tallaron con sus prodigiosas manos las claves para que el ser humano volviera su rostro al pasado y se encaminara por la senda de regreso a ese paradisiaco lugar del cual, un día salimos. Nos muestran como con la ayuda de nuestra divina madre Coatlicue podemos nosotros retornar a ese estado ideal, esos poderes mágicos que otrora teníamos renacerían en nosotros si pudiéramos tener la valentía, el coraje de un guerrero azteca, de un caballero águila que luchaba escarnecidamente contra sus enemigos, los malvados señores de Xibalbá de la cultura maya, los demonios rojos de Seth de la cultura egipcia, los malvados Pándavas y Kauravas de la batalla del Baghavad Gita en la India milenaria, los enemigos ocultos, el ego, el mí mismo los agregados psicológicos que todos cargamos en nuestro interior.

Es ella, nuestra madrecita Tonatzin, en el aspecto de Diosa guerrera implacable contra la oscuridad que tiene encarcelada a la Princesa, a la hermosa luz, la conciencia de cada uno de nosotros, es ella quien con su espada de fuego puede liberarnos y regresarnos a esos momentos de felicidad constante y real, debemos mi queridos compañeros volver el rostro a nuestra bendita madre, rogarle, llorarle, pedirle que nos ayude a encontrar el camino de vuelta, que nos desintegre con su fuerza flamígera el malvado ego del que somos presas.

La diosa de la muerte, dominio público.

La diosa de la muerte, dominio público.

Solo así podremos nosotros tener el poder sobre los elementos, el aire, el fuego, la tierra, el agua, mientras hacemos ese trabajo titánico de eliminar los miles de defectos que cargamos dentro, podemos preparar nuestro cuerpo para trabajar con los elementos, pues la naturaleza en su nobleza nos permite trabajar aun en el estado en que nos encontramos, pero a cambio de una conducta intachable, constancia y perseverancia en los trabajos que decidamos realizar

Nuestros antepasados no ignoraban este conocimiento trascendental de la gnosis y dejaron como ya hemos mencionado importantes vestigios en roca para que aquel que quiera buscar la sabiduría la encuentre, los números son partes importantes de la sabiduría antigua y así lo dejaron plasmados en sus esculturas y pirámides,

“La Diosa Azteca de la muerte tiene una corona con 9 cráneos humanos”

nos dice el Maestro Samael en su libro de Magia Crística Azteca, también nos explica como la corona es representación del Padre, del anciano de los días, cuya cabellera tiene 13 bucles y ese 13 también nos representa la Muerte, la muerte de nuestros agregados psicológicos, que es la columna vertebral de las enseñanzas gnósticas, no hay avance si no hay Muerte y como sabemos las representaciones de nuestros antepasados Aztecas tenían mucho conocimiento sobre ella, por desgracia los antropólogos y demás intelectuales de la ciencia materialista han catalogado a estas culturas como “salvajes”, como “sanguinarios”… no pueden estar más lejos de la verdad pues detrás de esas representaciones se encuentra un significado de gran valor.

El anciano de los días, William Blake, 1794

El anciano de los días, William Blake, 1794

Nos comenta el Maestro sobre el número trece citando sus palabras:

“Para realizar al Anciano de los Días en nosotros mismos tenemos que realizar totalmente, dentro de nosotros, al número 13. Necesitamos una muerte suprema y una suprema resurrección.”

Así podemos nosotros ver como este número es tan importante para cada persona, ya que solo realizando el numero 13 dentro de nosotros, con la ayuda de nuestro Padre Tepiu K’Ocumatatz y de nuestra Divina madre podremos lograr la muerte de nuestros defectos y de esa manera lograr un segundo nacimiento de luz en nuestro interior.

La gran ley del Anciano de los días rige todo lo creado, él es nuestro verdadero Ser, y desde que salimos de su ley, desde que violamos el sexto mandamiento,

“Desde el mundo del Anciano de los Días vemos a las multitudes humanas como hojas arrastradas por el viento.”

Así como hojas desprendidas de los árboles, arrasadas por el viento las personas no entendemos de estas leyes y nos concentramos en pequeñas tormentas que hacemos dentro de nuestras vidas, nos preocupa el porvenir, el pasado, el dinero, la acumulación, la simulación de una vida bajo las normas comerciales y sociales de un mundo decadente, no se nos enseña a acabar con los defectos, si no a potenciarlos, a divinizarlos y a normalizarlos es el estigma de la nueva humanidad doliente que se consuela con una botella de perfume de diseñador, con la ropa de moda, el video viral, el aparato más moderno y más costoso, mientras se siente cada vez más y más vacío, más hueco.

Conocer esta filosofía, comprender el hondo significado de las hermosas obras que nos han dejado nuestros antepasados es un privilegio, recordemos que el viento de la ley del Padre nos lleva como hojas y ese viento nos ha traído a estos estudios para poder regresar al árbol de frutos deliciosos y sagrados que es el conocimiento interior.

San Francisco Meditando, Peter Paul Rubens

San Francisco Meditando, Peter Paul Rubens

Práctica sugerida:

Después de una oración a Dios y a los Maestros, la que le sea familiar, cada jueves debe usted dar principio al estudio del capítulo que esa semana le corresponda estudiar. Cuando haya terminado, siéntese cómodamente en su silla; esta debe ser la que usa regularmente en el sanctum sanctorum de su hogar y la que no debe usar para otros menesteres. Relaje todo su cuerpo, ponga su mente en blanco por unos minutos y aquiétese totalmente.

Cuando lo haya logrado, expanda su conciencia desde adentro hacia afuera, vea que ella se agranda hacia arriba, hacia abajo, hacia los lados, siempre alrededor de su cuerpo. Vea el color de su camisa, de su corbata, de su traje, de sus zapatos. Vigile que su cuerpo se encuentre relajado y en posición estética. Observe la orientación de su habitación, los muebles, los cuadros; identifíquelo todo antes de abarcar las calles de toda la ciudad donde vive; identifíquelas, sienta el correr de los vehículos y, así, vaya expandiendo más y más su conciencia hasta que abarque toda la Tierra. Después, abarque el espacio sin límites donde se mueven los soles y mundos siderales. Este ejercicio debe durar una hora y hacerse durante treinta días con excepción de los domingos.

Ma de Guadalupe Ortiz

IMAGENES: Adán Y Eva en el paraíso, Tiziano, 1550 El anciano de los días, William Blake, 1794 La diosa de la muerte, dominio público. San Francisco Meditando, Peter Paul Rubens

Descargar en: Word | Word Comprimido | Pdf | Solo Texto | Índice | 01 | 02 | 03 | 04 | 05 | 06 | 07 | 08 | 09 | 10 | 11 | 12 | 13
Suscribirme